Raffaella, la empoderada

De Raffaella Carrà (1943-2021) siempre me llamaron la atención dos cosas: cómo le aguantaban las cervicales con los bruscos movimientos en que su cabeza y su larga melena rubia se iban hacia atrás, y su capacidad de empoderamiento cuando ese concepto aún estaba en fase embrionaria. La artista boloñesa vió claro, desde un principio, que su éxito no pasaba por el cine (y menos el de Hollywood) y que el éxito pasaba por su manera de cantar y bailar. Vetada por el Vaticano por los mensajes de sus canciones y perseguida por L’Osservatore Romano, supo triunfar allá por donde pasó, especialmente en Italia y España, donde sus programas televisivos eran verdaderos filones.

Mito erótico en los setenta y ochenta e icono gay jamás renunció a su ideología política. Votó comunista hasta su muerte y las letras de sus canciones fueron una bandera de la emancipación femenina. Particularmente nos gusta la que propone aquello de “para hacer bien el amor hay que venir al sur” (de Italia, que no de España), y sobre todo la máxima de “lo importante es que lo hagas con quien quieras tú”.