BOIG PER TU
¿No queríais boda?
Pues nada, Anabel Pantoja y su “negro” (como ella llama cariñosamente a Omar Sánchez) ya están casados.
Lo suyo parecía sacado de un guion cinematográfico: altibajos en su relación, acusaciones de infidelidad (él), suspensión del enlace en el 2020 por la pandemia y la muerte de la tía abuela de la sobrina de Isabel Pantoja, doña Ana, en vísperas del enlace. Pero al final se hizo.
En la diminuta, y casi desconocida, isla canaria de La Graciosa.
Ambiente paradisíaco y 70 invitados vestidos para la ocasión siguiendo el dress code (luego dirán que no estoy al loro) que impusieron los contrayentes aunque algunos y algunas lo confundieron con presentarse en pijama y/o camisón. El caso es que en Sálvame, de donde es colaboradora la ya esposa, se portaron como si no hubiese un mañana.
En el plató perfectamente uniformados y las mesas en plan restaurante nupcial.
Y en la isla, filigranas de los reporteros, regateando curiosos, para dar imágenes en directo (el programa fue un monográfico de cinco horas) sin romper la exclusiva con Hola y con las maledicencias de rigor.