Como gag es (muy) malo

Libertad de expresión y calidad son dos conceptos que no necesariamente tienen por qué ir unidos. Uno de los casos más recientes lo tenemos en la polémica suscitada a raíz de un gag de la tercera temporada de Bricoheroes, protagonizado por Lluís Jutglar Calvés, Peyu (Les Masies de Voltregà, 1985) y Jair Domínguez (Barcelona, 1980). El erótico sueño de Peyu manteniendo sexo oral con Letizia Ortíz simplemente era malo, recurrente y, la verdad, poco trabajado.

Y la segunda parte del mismo, autocensurado por los propios responsables, hasta constitutivo de delito al introducir a una menor. El humor, casi por definición, tiene que ser transgresor, sin líneas rojas si el humorista adopta la sana costumbre de reírse, antes que nada, de sí mismo. Sin embargo, buscar la transgresión a cualquier precio no siempre funciona y Bricoheroes, con una larguísima lista de polémicas en sus dos anteriores temporadas, ha escogido demasiadas veces el camino más fácil haciendo “pim, pam, pum” con temas que, al menos aquí en Catalunya, son sinónimos de éxito.