BOIG PER TU
¿Que no ven que es un fraude?
Creo que ya lo he comentado aquí mismo más de una vez. En mis comienzos en la profesión, el diario para el que escribía me mandaba a cubrir la información de las veladas de lucha libre en el pabellón de Antorcha primero y en el de la Bordeta después. La prensa tenía libre acceso al vestuario, común para todos los luchadores, y allí, sin máscaras ni jorobas falsas, ni disfraces estrafalarios, escuchabas a los luchadores planificar el combate, entre el humo de los cigarrillos y los cubatas de rigor, y, luego, a saltar al ring, al grito de “¡venga!, ¡a dar espectáculo!”.
Pues esto mismo es lo que ocurre con el 90 por ciento de los realities de Mediaset. Todo está escrito, planificado y guionizado en aras de la audiencia. Ahora se ha estrenado La isla de las tentaciones.
Si fuera una serie estaría más bien o más mal, pero como experimento sociológico es un fraude. Parejas (que no lo son) escogidas tras un exhaustivo casting que se dejarán tentar por un grupo de diablesos/diablesas en busca de los cuernos televisivos. Y lo peor de todo es que hay espectadores que se lo creen, van, y se enganchan.