BOIG PER TU
¡Qué bonitos, los anuncios!
Esta semana se ha celebrado el Día de la Publicidad, ya saben, el motor de los medios de comunicación. Reconstruyendo el célebre refrán popular, “cuando la publicidad huye por la ventana, la crisis entra por la puerta”. Y a propósito, una reflexión: si los defensores a ultranza del castellano se van a las trincheras contra el catalán, ¿cómo es que aceptan sin pestañear la invasión de acepciones en inglés que han colonizado nuestra vida cotidiana? Dicho esto, vamos a fijarnos en la publicidad televisiva, que es la que nos ocupa.
Aunque despotriquemos habitualmente de los anuncios, estos tienen algún poder oculto que hace que, aunque los veamos una y mil veces, siempre acabemos enganchados a ellos, enganchados a sus eslóganes, diálogos o sintonías. Los que ya tenemos una edad tenemos incrustados en nuestra memoria algunos que jamás olvidaremos más allá de las burbujas Freixenet, las compras de El Corte Inglés o la lotería de Navidad. ¿Recuerdan? “A mi plin, yo duermo en Pikolin”, “Filomatic da un gustirrinín”, “aceptamos pulpo como...”, “la has probado poco...” Y así, mil.