BOIG PER TU
Rocío no fue un revulsivo
Será que su efecto gaseosa ya se ha evaporado o porque la audiencia comienza a estar saturada de tanta terapia de choque en vivo y en directo (es un decir, porque no tiene nada de vivo y de directo), pero la primera parte de la segunda parte (¡jo, parece el hilarante diálogo de los Marx en Una noche en la ópera!) protagonizada por Rocío Carrasco no arrasó, ni tan siquiera fue lo más visto de la noche. A modo de preámbulo de En nombre de Rocío, la segunda entrega de Contar la verdad para seguir viva y que aún no tiene autorización para emitirse, Mediaset se sacó de la manga un prólogo en dos entregas (mañana se emite la segunda) titulado Montealto, en el que la hija de la más grande va abriendo los baúles de su madre para recordar su infancia. Como se tiró más del lacrimal que de la bilis, la cosa no funcionó porque la audiencia, ya acostumbrada a las vísceras, espera otra cosa.
Como no sería la cosa que lo más destacado fue que Rocío apareció en la pantalla con el pelo cortado y que en un momento dado ignoró como hermanos a los dos hijos adoptados de Rocío Jurado.