BOIG PER TU
La deriva de 'MasterChef'
Las cosas como sean, dentro de las pocas cosas que le funcionan a TVE es MasterChef, un híbrido entre Got Talent y reality que, con perseverancia, va ya por su décima temporada en su formato base pero también con secuelas para celebridades, niños y tercera edad. Su éxito (algo parecido le ocurre, aunque en menor medida, a Maestros de la costura, que finalizó ayer lunes) radica, de una parte, en un acertado casting que sabe escoger entre aquellos aspirantes a los que van a dar más juego y/o polémica, y a sus tres jurados, que ya plenamente integrados, dan vidilla a MasterChef sin despeinarse lo más mínimo: Samantha Vallejo Nágera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz. Eso sí, el espacio es interminable (más de tres horas) y cuando lo vemos tenemos la sensación, según algunas situaciones algo forzadas, que el tema culinario es lo de menos.
Con todo, el mayor problema que le observamos al show gastronómico es que, aunque en ocasiones parece que lo busquen desesperadamente, no tiene el ADN Mediaset y sin su maldad intrínseca los malos rollos parecen menos malos.