Tenemos memoria de pez

Más que consumir, devoramos información como si no hubiese un mañana y veinticuatro horas después de hacerlo la hemos sustituido por otra y así en interminable bucle. El otro día Jaume Capdevila, Kap en su tira de La Vanguardia, ironizaba sobre la evolución del tratamiento de la guerra de Ucrania en la portada de los diarios: página entera, media página, un faldón y finalmente un minúsculo breve. Ahora, superado ya Pegasus y el Catalangate, lo que se lleva es el festival de Eurovisión en un debate, con o sin fundamento que nunca se sabe, sobre si los representantes de ucranianos Kalush Orchestra van a ganar de calle el festival o si a los que queden segundos se les dará tratamiento de primeros ante su incuestionable victoria. Y lo mismo pasa con la representante española Chanel, que ha pasado de denostada a ser símbolo patrio con su SloMo y su torera taurina. ¿Ahora mismo alguien se acuerda del polémico Benidorm Fest, Rigoberta Bandini o de Tanxugueiras? La verdad es que no. Ahora lo que quita el sueño es saber si acabará quinta o cuarta. Y así vamos.