BOIG PER TU
Entusiasmo no indescriptible
La sentida muerte del maestro Sergi Schaaff nos hizo posponer, por un día, el comentario del concierto de Año Nuevo desde la Sala Dorada de la Musikverein de Viena. Sin duda es “el concierto” por su millonaria audiencia televisiva y su tirón mediático. Llevo, edición arriba edición abajo, cerca de 40 años viéndolo cada primero de enero.
Y sigo sin saber apreciar si el del 2017 fue mejor que el del 2002. Simplemente me gusta. La crítica, musicalmente hablando, se la dejo a mi amigo Iñaki o al compañero de redacción Josep Grau.
Es más, si no fuese porque el director cambia anualmente podría estar viendo el de hace una década y no notaría la diferencia. Dicho esto, este último, a las órdenes del austríaco Franz Welser-Möst, que se atrevió a “estrenar” 14 de las 15 piezas interpretadas (bises aparte con los inalterables El Danubio Azul o la Marcha Radetzky), me pareció ligeramente distante, con poca interactuación con el público. De hecho, lo más emotivo fue el speech final de Martín Llade parafraseando el monólogo de Charles Chaplin en El gran dictador. Eso sí fue brillante.