BOIG PER TU
¿A qué Tamara nos creemos?
En el fondo, si pensamos solo un poquito, llegamos a la conclusión de que “¿y a nosotros qué nos importan las penurias, que no son tales, de Tamara Falcó y de su bodorrio? ¿Con quién ha empatado esta hija de Isabel Preysler que nunca ha dado un palo al agua y que vive de dar exclusivas, como su madre, al Hola?” Pero el caso es que lo suyo está eclipsando a la mismísima campaña electoral, que, visto lo visto, tampoco tiene tanto mérito. El caso es que su batallita con su vestido de boda ocupa horas y horas de programación televisiva. Lo único cierto es que se lo confeccionaban unas diseñadoras bilbaínas y ahora ya no.
Y que la cosa acabará, si es que acaba, en los tribunales. Pero ¿a quién nos creemos? Si escuchamos a Mediaset, Tamara es culpable. Chula, prepotente, agobiando a las profesionales y proponiéndoles plagios, sí, plagios, éticamente imposibles de aceptar.
Si pasamos a Atresmedia, ella es la buena, víctima de una conspiración judeomasónica de aguja, dedal e hilo. Su entrevista en El Hormiguero de Motos fue de vergüenza ajena. En fin, eso sí, la boda, se mantiene.