BOIG PER TU
¿Se trata de una señal divina?
En Algo para recordar, Meg Ryan se pasaba la película preguntándose si lo que le iba pasando era o no una señal para consolidar su, por entonces, platónico amor con Tom Hanks. En Serendipity, otra excelente comedia romántica, Kate Beckinsale y John Cusack siguen las señales que les envía el destino para reencontrarse, al cabo de los meses, y ser felices. Pues bien, aquí en este país tenemos otro caso similar, aunque da la sensación de que en negativo, o al menos así se preocupan de mostrarlo los medios televisivos más amarillos (y ahora ya no existe Sálvame), con la boda, inminente ya, de Tamara Falcó con Íñigo Onieva.
Recuerden y apunten: ruptura del compromiso tras una infidelidad del novio, reconciliación a última hora, problemas logísticos en el lugar escogido para el enlace, ruptura de la novia con la diseñadora del traje nupcial, Tamara engordando 20 kilos tras un tratamiento de fertilidad a sus 40 años, una nueva, aunque vieja, infidelidad de él (antes de) y el robo del muestrario de joyas para ella para la ceremonia. La tele lo ha recopilado todo. Para asustarse.