BOIG PER TU
¡Eterna Concha!
Se ha escrito tanto en estas últimas cuarenta y ocho horas sobre Concha Velasco (Valladolid, 1939) que resulta casi imposible no ser repetitivo o reiterativo. Es lógico. Concha fue una extraordinaria profesional que tocó prácticamente todos los palos, y encima bien, desde su debut adolescente como bailaora de Manolo Caracol. Lo mismo cantó, bailó, presentó galas, festivales y televisión, se subió a los escenarios teatrales o hizo cine, mucho cine. Si en el teatro fue, además de actriz, valiente empresaria, arruinándose en varias ocasiones con montajes imposibles, también aguantó hasta 2021 protagonizando La habitación de María. En el cine mutó con solvencia y elegancia del cine franquista al de la democracia y, ya con 60 años, se atrevió con un desnudo integral en París-Tombuctú (Berlanga, 1999). Pero hubo más, confesó sin complejos que el gran amor de su vida fue Manolo Escobar, pero no fue a más porque ya estaba casado. Y, finalmente, dio la cara en directo por fake news televisivas (Sorpresa, sorpresa, 1999): lo del perro, Ricky Martin y la mermelada.