Unos Goya con más nivel
Después de ver las dos fiestas del cine en menos de una semana, cabe una reflexión. Los Gaudí, mal que nos pese, deberían de aprender, y mucho, de los Goya. Si exceptuamos el caos de la hora y media de la alfombra roja en el Auditorio de Valladolid (entrevistadores que no se sabían el nombre de con los que estaban hablando y entrevistaron hasta tres veces a las mismas personas), la gala estatal tuvo ritmo (aunque fuese de más a menos), aunque, eso ya es inevitable, resultó excesivamente larga. En el in memoriam no hubo color (cuando se centraban en la actuación musical se fundía en negro la pantalla con los nombres y rostros de los fallecidos en el 2023). También fue de agradecer el detalle de Sigourney Weaver, Goya Internacional, al querer compartirlo con su dobladora, Maria Lluïsa Solà (Barcelona, 1939). En lo negativo: Los Javis, como presentadores, fueron una rémora más que otra cosa y la intervención del presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite, casi al final, resultó interminable, y eso que aseguró que iba a ser breve. ¡En fin, hasta Granada en el 2025!