Una apuesta cara y arriesgada
Han tenido que pasar cuatro sesiones para decidir (que acabó, la última, decidiéndose por el voto de calidad de la presidenta interina del Consejo de RTVE) si David Broncano “fichaba” o no por el ente público. Larga y sangrienta deliberación dejando por el camino un reguero de ceses y dimisiones. Pero ya está, la cosa. Broncano va a ser el designado para plantar cara al invencible Pablo Motos y su El Hormiguero que se ve que quita el sueño a Prado del Rey, por su estratosférica audiencia y su nada disimulada inquina a Pedro Sánchez. El caso es que el responsable de La Resistencia de Movistar se pasa a La 1 en el prime time y por dos temporadas blindadas a razón de trece millones por cada una de ellas con la única concesión de que si la cosa no va como debería pasará al late night. Y ahí es a donde queremos ir a parar. La Resistencia original no tiene cabida en su nuevo horario. Su público, y las redes, aceptan encantados las preguntas del presentador sobre sexo y estado de las cuentas corrientes de sus invitados, pero no lo vemos tan claro para una audiencia familiar.