Lo de siempre, más Israel
Con Eurovisión, en casa, nos pasa siempre lo mismo que con las elecciones. Cansados de ver siempre lo mismo, con idéntico teatrillo, siempre decimos lo de “esta vez, es la última”. Pero vamos siempre a votar y siempre le damos a La 1 para ver la gala. Pese a su 41,8% de audiencia (52,2, en las votaciones), la de este año no ha sido la excepción. Larga (más de cuatro horas) y tediosa, por momentos, con exhibición de friquismo en el escenario y la confirmación de que todo está en manos de las muy poco fiables redes sociales. España, como casi siempre, mal. Con una canción mediocre, una cantante más mediocre aún y una pobre puesta en escena, no pasó del puesto 22, cuando en esas redes, que no en otro sitio, vendían a la Zorra de Nebulossa como el no va más. ¡Ay, si hubiesen escogido a la mejor del Benidorm Fest, el Dos Extraños de St. Pedro! Igual la cosa hubiese sido distinta. Penosos también los comentaristas españoles. Se equivocaron en el orden de actuación, hicieron de las votaciones un galimatías y se pusieron de perfil con Israel y la polémica.