La mala deriva de Sonsoles

A Sonsoles Ónega la están aconsejando mal. Líder de la franja de la tarde, lleva unos cuantos días viéndose superada por su máxima rival, a la que hasta hace muy poco superaba en audiencia con facilidad, Ana Rosa Quintana y su TardeAR. Todo se debe a una mala elección de los temas a debatir en sus programas de tarde. Mientras Ana Rosa se decanta por aumentar la información política, siempre defendiendo las tesis anti-Sánchez y, sobre todo, de Vox, Sonsoles Ónega –o su equipo– apuesta por el amarillismo. El problema, además, radica en que la hija del icónico Fernando Ónega, un tótem de la televisión de este país (a Emma García, en el Fiesta de fin de semana, le ocurre exactamente lo mismo), no sabe poner a raya a sus contertulios con el agravante de que a Sonsoles, además, se le desmadran, por no acotarlos a tiempo, los protagonistas de sucesos tan domésticos que en el sofá de casa nos importan más bien poco. Todos hablan a la vez, se interrumpen unos a otros y desde el plató se les deja hacer hasta conseguir que, hartos, cambiemos de canal.