Hay que mejorarlo, y mucho
Jorge Javier Vázquez no parece haber aprendido nada de su anterior, y sonado fracaso, en Cuentos chinos, quizá cegado por la inercia ganadora, hasta cierto punto, de Supervivientes, en sus múltiples versiones, y del previsible éxito del resucitado Gran Hermano. Este lunes estrenó, en la franja de la sobremesa-tarde, su El diario de Javier, un programa de testimonios que bebe de El diario de Patricia y le añade un toque del bodrio de La vida sin filtros de Cristina Tárrega, en plan de “¿qué me estás contando?”. Es cierto que no llegó, por poco eso sí, a los dos dígitos, pero es que tuvo que competir con el Nadal-Djokovic que se alargó hasta el 23,4 por ciento (el posterior individual de Alcaraz sobrepasó también el guarismo 23). Todas sus tablas, que las tiene y muchas, aunque lastradas por su cargante “encantado de conocerse” que es como su firma de autor en la pequeña pantalla, no lograron impedir la sensación de que lo que se veía en la pantalla eran historias verdaderas y no sacadas de la inmensa cantera del TikTok. Si va a ser el relevo a Ana Rosa, hay que mejorarlo.