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La prensa (radio y televisión también) del corazón no siempre fue lo que es ahora mismo. Antes de convertirse en la pocilga actual era mordaz, incisiva, irónica, pero nunca daba pábulo a interesadas y falsas exclusivas. Eran otros tiempos, sí, pero profesionales como Tico Medina, Yale, o incluso Cristina García Ramos, la madre del Corazón, corazón, dignificaban el sector. Luego, con la llegada del Aquí hay tomate, como cambió para degenerar del todo con Tómbola, Crónicas marcianas, Salsa rosa, ¿Dónde estás corazón? y, sobre todo, Sálvame, el buque insignia de la telebasura. Ahora acabamos de perder a uno de los últimos representantes de la etapa dorada del género: Carlos Ferrando (Cartagena, 1949), siempre con su inevitable puro en la boca (cuando en los platós se podía fumar, claro). Elegante, enemigo de los rumores y siempre lo máximo de veraz que se puede ser en el tema del corazón. Una anécdota para que vean y comparen. Al cabo de un año dejó Crónicas acusando a Xavier Sardà, su conductor e ideólogo, de primar el morbo a la verdad.

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