La (mala) deriva de ‘Fiesta’
A ver, Fiesta, el interminable magacín que ocupa las tardes-noches del fin de semana en Telecinco, nunca ha sido un gran programa, pero hace un tiempo todavía entretenía si sabías dosificar su visionado. Desde hace unas semanas se ha convertido en un chirriante amasijo de no se sabe exactamente qué, que no engancha al personal. Sus audiencias, pese a sus cuatro horas de duración, nunca llegan a los dos dígitos. Oscilan entre los cotilleos y el más puro friquismo televisivo, con idas y venidas de un plató a otro, comenzando un tema que nunca saben acabar, con fallos técnicos evidentes y una presentadora, Emma García, incapaz de poner orden en el gallinero. Anuncian exclusivas que no son tales (la de los Reyes en el pueblo más bonito de este 2024, bastaba con mirar la agenda de la Casa Real), ponen cebos de aquellos de a continuación que nunca se emiten; humillan a concursantes de GH que se desnudan (en sentido figurado) en directo o ensalzan como estrella a un concursante de Got Talent que, superando un cáncer, canta a la Virgen para regocijo de Tamara Falcó.