¿Foraster? No, un buen vecino
En casa nos ha hecho de lo más felices el retorno a la programación de TV3 de El Foraster. Son ya nueve temporadas las que lleva Quim Masferrer pateándose, de norte a sur y de este a oeste, los pequeños municipios de Catalunya para hablar de las pequeñas, o grandes cosas, con sus vecinos. Puede que en ocasiones se vea algo impostado, que busca la lágrima o la sonrisa fácil, pero ¿qué quieren? Nos gusta. Y no solo a nosotros. En su retorno, su primera parada fue en Sant Pol de Mar, alcanzó una audiencia estratosférica. Había ganas de El Foraster. Quizá ha perdido la capacidad de sorpresa inicial y algún que otro testimonio da la sensación de haberlo oído, más o menos igual, en otra localidad y en otro programa, pero da igual. Su buenrollismo hace que todos acepten sus pullas a la catalana y su ja mítico, al final, “sou molt bona gent” hacen que le aplaudan desde in situ hasta en cualquier rincón de Catalunya con historias como la del pastelero Salvador que ha criado a su nieta Sofi; o la del vecino que tiene las vías del tren y la megafonía frente a su terraza con vistas al mar.