Lágrimas desde Indonesia

Sr. Director:

Sé que mucha gente ha escrito y hablado sobre la pérdida de Emili, el gran Emili, pero me gustaría que todo el mundo supiera una historia que compartimos él y yo en la cual resume cómo era.

A Emili lo he disfrutado como compañero de equipo (Balaguer), como segundo entrenador y entrenador de porteros (UE Lleida) y como primer entrenador (UE Lleida), pero sobre todo lo he podido disfrutar como amigo.

La historia que quiero contar y que resume su gran corazón y que casi nadie la sabe es la siguiente: Emili me fichó para formar parte de su UE Lleida en Segunda B, me fichó habiendo sido el peor portero del grupo 3 de Segunda B, confiaba en mí, pero no quiero hablar más sobre eso. Estuve 3 temporadas hasta la desaparición de la UE Lleida. A mediados de la segunda temporada, a mi padre le diagnosticaron un cáncer terminal (6-8 meses), no había solución, con lo cual toqué fondo. Mi familia vivía en Logroño y me iba a perder mucho sin estar a su lado. Emili se sentó a hablar conmigo y me dejó bien claro que lo primero era la familia, así que me propuso una solución: si jugábamos el domingo, el lunes era entrenamiento de recuperación y el martes era el día libre. Pues bien, él me dijo que después del partido me fuera a Logroño, el lunes me lo daba libre y el martes descansaba el equipo, así que podría volver de Logroño el miércoles por la mañana y así poder pasar 3 días a la semana en Logroño. Lo hice muchas veces. El domingo, después del partido, viajaba con mi hijo Guillem y nos íbamos a pasar 2 o 3 días con su abuelo.

Cuando murió mi padre en mitad de la pretemporada del siguiente año, Emili, junto al staff y la plantilla (espectaculares personas), decidieron ir al funeral en Logroño (ida y vuelta, 700 km) y volverse en el día. Ahora yo, trabajando desde Indonesia, tengo impotencia de no haber podido asistir a su despedida.

Gracias, amigo Emili, por todo, por dejarme disfrutar de mi padre y por ser como decimos todos los que te conocimos: la mejor persona del mundo.