¡AFA?...pares!
Las vacaciones escolares ya han empezado. Pero cualquier información relacionada con la educación es fácil que capte la atención de los profesionales, y quizás de los padres y madres. No va, el trabajo de educar no conoce límites. Y, si se ejerce con vocación, las noticias sobre el tema nos interesan siempre. Leo en la prensa que hay escuelas en Cataluña que han iniciado un cambio en el acrónimo de sus asociaciones de madres y padres. Han dejado de llamarse AMPA para convertirse en AFA, es decir, Asociación de Familias de Alumnos.
No conozco las razones reales del cambio, pero es fácil entenderlo como un interés en dejar constancia, en todos los ámbitos, de la importancia que tiene todo el entorno familiar en la tarea educativa de los descendientes. Y más todavía, teniendo en cuenta la gran diversidad de tipo de familias de nuestros hijos e hijas. Por lo que he leído, los psicólogos ya hablan de ocho tipos de familias: nuclear (biparental), monoparental, adoptiva, sin hijos, de padres separados, compuesta (por|para diversas nucleares), homoparental y extensa. Como maestro, veo bien el cambio. Y bienvenidos sean todos los que sirvan para mejorar lo que tenemos. Pero la experiencia de muchos años de oficio me hace pensar que será una operación de imagen, como tantas otras hay en el mundo de hoy día. Difícilmente cambiará el contenido, lo cual se debe, entre otras cosas, a la falta de manos, de ideas originales y estimulantes para poner en la práctica y de relevos|relieves antes de que los hijos abandonen el centro educativo (entonces, las sustituciones son forzadas o la plaza queda vacante). Y esta es una realidad que desgraciadamente –por|para lo que yo conozco– es frecuente, si no es mayoritaria, en la escuela pública catalana. Y, en este sentido, hay muchísimo trabajo a hacer. Estos son, a mi parecer, los auténticos problemas de las AMPA de Cataluña. La función de los padres es (o tendría que ser...) ineludible e indelegable. Lo dejo como una reflexión familiar a hacer durante el verano.