Josep M. Rusiñol
Sr. Director: Mi querido amigo y colega Josep M., al volver de las vacaciones estivales me ha sorprendido y conmocionado la noticia de tu súbita partida de este mundo, debido a una rápida y cruel enfermedad.
Saltándome tu espléndido currículum profesional, tan vinculado a nuestra tierra y también tan conocido por todos, voy a centrarme en lo personal, resaltando tus cualidades de una persona buena, inteligente, amable y con un talante sincero que servirán, sin duda, para que no caigas nunca en el olvido, para recordarte siempre con tu permanente sonrisa.
Hace ya muchos años, me propusiste presentarme como delegado del Colegio de Economistas en Lleida, que no pude aceptar por mi etapa de sobreocupación a la vez que apasionante en San Miguel. Desde entonces, hemos coincidido en multitud de actos, conferencias y cenas en el Colegio y en la Cámara de Comercio, siempre disfrutando de tu competencia y entrañable compañía.
La última vez que te vi, hace poco tiempo, fue en Blondel. Cuando tuvimos la suerte de ser vecinos, te comenté el éxito de un viaje organizado para traer treinta economistas seniors (jubilados) de Barcelona para visitar la Seu Vella y una caragolada en la huerta. Como era obligado, te pregunté cuánto te faltaba para que pudieras entrar en este colectivo y disfrutar de sus actividades, y me respondiste que tan solo un par de años. Qué lástima que por poco no hayas podido alcanzarlo.
Mi querido colega, te voy a echar de menos y, por qué no decirlo, voy a sentir no poder en los próximos foros de opinión recordarte que te coloques bien ante el micro, pues las personas como tú y yo, de temperamento algo nervioso, a veces al hablar nos separamos involuntariamente del mismo.
Acabaría diciendo que, si consigo en esta vida hacer los deberes tan bien como tú lo has logrado, espero que cuando llegue el día pueda volver a estar a tu lado. Guárdame sitio, querido amigo.
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