El gatito abandonado
Dos de los 20 gatos que están acogidos en el CAAC de Lleida.
Iba de vuelta a mi domicilio, sobre el mediodía de hoy, 6 de julio, en zona Plaza Noguerola, concretamente en la prolongación de calle Comercio, el tramo que da a la estación de ferrocarril, observé como un gatito caminaba dificultosamente, parecía agotado y justo al lado de la puerta metálica de un solar sin edificar, se tumbó a la sombra, más bien se derrumbó exhausto.
Me acerqué a él para examinarlo: estaba muy delgado y parecía enfermo y deshidratado. Al momento le puse un vaso con agua, para ayudarle, pero hizo caso omiso, quizá por falta de fuerzas. Llamé a la Guardia Urbana, para ver si podían hacer algo por su vida y me contestaron que pasaban el aviso a la “perrera municipal”. Esperé unos 20 minutos, volví a llamar a la Guardia Urbana, con el mismo resultado: ninguna ayuda.
Cuando ya había pasado una hora, se acercó una chica y amablemente se ofreció a avisar a una tercera persona que cuida de estos animales abandonados. Le agradecí enormemente su ayuda.
Mi intención no es hacer crítica a nadie, solo llamar la atención de todos para que tomemos conciencia en estos casos. Igual que ayudamos a las personas heridas o enfermas, del mismo modo debemos hacerlo con los animales. Ellos son seres vivos, sienten dolor y perciben el cariño y la compasión de los humanos. Debemos tratarlos bien y evolucionar en consciencia.
Hago un llamamiento a crear un servicio de atención para los animales abandonados, que sean cuidados y recogidos cuando lo necesiten, a cargo del municipio. Que la preocupación para hacer política sea amplia y no solo por partidismo o nacionalismos.
