Mejor me callo
SR. DIRECTOR:
Me gustaría hacer crítica de la gestión del Gobierno en esta pandemia y crisis, pero no lo haré porque temo que me llamen ultraderechista.
Lo mismo diría de la Generalitat, que decían que si gestionaran ellos solos la cosa iría mejor. A los hechos me remito y así nos va. Pero no diré nada, no sea que me llamen anticatalana y facha.
Tampoco criticaré a la Paeria por su inoperancia con el tema de la inmigración y los consecuentes brotes, porque me llamarán racista.
No mostraré mi desacuerdo a que pinten de arcoíris buzones y pasos de cebra, pese a que muchas familias lo vemos todo negro y no estamos para celebraciones. Me llamarían homófoba.
El lunes solicité un permiso para ocupar la vía pública en una calle de Lleida debido a una emergencia en mi negocio por una fuga de agua. Era urgente. Dicho permiso me costó más de una hora al teléfono y hablar con ocho funcionarios. Desesperante.
Esta mañana salgo a pasear con mi perro como cada día desde hace nueve años.
En mi pueblo, a las seis de la mañana, en una explanada un poco apartada del núcleo urbano donde puedo soltarlo porque creo que no molesto a nadie. Error. Hoy pasa un chico, el perro ladra dos veces, sin acercarse. El chico me llama la atención por llevarlo suelto. Tiene razón y asumo mi culpa. Pido perdón educadamente y le digo que el animal es inofensivo, que no se asuste. Me insulta y amenaza con denunciarme.
Seguramente esta semana nos obliguen a cerrar negocios y encerrarnos en casa otra vez. Y cuando te vence el desánimo, te encerrarías voluntariamente para no volver a salir, porque cada vez da más asco vivir en una sociedad acomplejada, aborregada y mal educada.