Un amigo para siempre
Lleida
¿Quién me iba a decir hace casi 7 meses que ahora estaría escribiendo esta carta? Yo, que siempre había tenido una salud de hierro, que solo padecía los resfriados de rigor y que iba por la vida pensando que esto solo les pasaba a los demás. Pues me ha tocado y de pleno esta maldita Covid-19, que me ha cambiado la vida para siempre.
Estuve 91 días ingresado en la UCI del Hospital Arnau de Vilanova, un mes en planta sin poderme mover de la cama y dos meses y medio en la USS del Hospital Santa María. Lo más sorprendente es que, a pesar de todo, tengo que estar agradecido a la Covid-19, ya que me ha dado la oportunidad de conocer gente excepcional, personas con las que nos cruzamos por la calle o en el supermercado y que dedican su vida a salvar, a curar y hacer que los enfermos se sientan lo mejor posible. Para mí, son todos unos héroes.
En la UCI tuve la suerte de que al Dr. Miquel Piñol se le puso entre ceja y ceja que saldría adelante cuando yo no era consciente de nada. Soy incapaz de recordar a todos los profesionales de la UCI, enfermeras, auxiliares, terapeutas, etc., que estuvieron a mi lado día y noche. Para todos ellos, mi agradecimiento infinito. Al salir de la UCI pasé por la planta 3C del Hospital Arnau de Vilanova y allí empecé a ser consciente de la gravedad de lo que había pasado. Después, me llevaron a la quinta planta, donde volví a tener problemas y tuve que ser ingresado de nuevo en la UCI. Por suerte, el Dr. Pifarré luchó lo indecible para que pudiera salir adelante. Tengo que resaltar que su profesionalidad y humildad me abrumaron. Cuando mi vida ya no corría peligro fui trasladado a la USS del Hospital Santa María, donde bajo la supervisión de los médicos Dr. Roberto García y Dr. Marcos Serrano, las logopedas Teresa y Belén; los fisioterapeutas Albert, Miriam, Marta, Xavi, Esther, Albert, Carola y María, entre otros, me han estado haciendo “sufrir” para devolverme la movilidad cuatro veces al día durante dos meses y medio.
Todo mi agradecimiento a los médicos, enfermeras, terapeutas, fisioterapeutas, celadores, auxiliares, personal de limpieza y de servicios. Me gustaría poder nombrarlos a todos pero me es totalmente imposible y me sabría muy mal dejarme alguno. Quiero que sepan que les debo la vida y que nunca les podré devolver todo el esfuerzo que han hecho por mí. Lo que sí han ganado es un amigo para siempre. También quiero dar las gracias a toda mi familia, mi mujer y mis hijos, hermanos y demás familiares y también a todos los amigos y compañeros de trabajo, que me consta que han estado sufriendo, siguiendo toda la evolución de mi convalecencia y transmitiéndome fuerza y cariño.
¡Muchas gracias!