El arte de vestir forma parte de la política

Vivimos en la rueda del hámster, donde juega o, literalmente, se vuelve loco. Ya vamos por la mitad del año y las pilas, aunque activas, ya empiezan a dar síntomas de agotamiento pre-estival. Dicen los expertos en el paso del tiempo que noviembre, enero y febrero son los peores meses del año. No lo veo desde esta tesitura. Existen las fechas “horribilis”, las que programamos y pasan por delante de nosotros como si no hubiesen existido. De ahí el símil con las vueltas alocadas del roedor. Perdemos el control y todo nos parece poco. Junto a la actuación que desempeña la memoria y las agendas de papel o del móvil, también es importante la fuerza que ejercen los medios de comunicación, desde la óptica de la política y sus diferentes vertientes. Para gustos están los colores y nuestra personalidad nos condiciona y orienta hacia una o varias formas de comprender la política. Me gustan todas las maneras que tiene de expresarse porque nos moldea o nos contradice. Nos hace medianamente sabios y, a la vez, crea malestar en las vigilias de elecciones. 

¿A qué viene dar tantas vueltas a un texto? Que quede claro que no es un tratado de coaching, que no soporto. Me sirve para centrarme en la política local, pero sin poner el dedo en el ojo de nadie. Iniciarse en política, a través del trabajo municipal, sirve de paritorio y cuna a las personas que quieran ejercerla. 

Hay un matiz en el que he profundizado, aunque algunos lo consideren la nata de la leche, algo superficial. El respeto que nos deben los cargos públicos. En la toma de posesión de alcaldes y alcaldesas y regidores y regidoras del entorno, y hecho el seguimiento modo escáner, aprecié auténticas tropelías en la forma de vestir. Algunos cargos, en su toma de posesión, vestían mal, muy mal; tejanos por encima de las rodillas, desgastados o rotos, y camisetas que vivieron mil batallas. Eso sí, la vara de mando entre las manos para denotar autoridad. El respeto en la vestimenta también denota autoridad y aprecio a los ciudadanos a gobernar... El respeto a las cosas pequeñas nos hacen grandes