El héroe de los pantanos

Una frase popular norteamericana señala que “Basta un minuto para hacer un héroe, pero se necesita toda una vida para hacer un hombre de bien”. La propia historia de aquel país guarda entre sus empolvados pliegues a un montón de héroes perdidos, dejando de tanto en tanto alguno de ellos al descubierto para glosar su figura. Este es el caso de Newton Knight, que en tiempos de la Guerra de Secesión desertó de las filas confederadas con una triste carga y que, hostigado por la injusticia, formó una tropa en el corazón de los pantanos compuesta por esclavos fugados, granjeros y otros compañeros desertores como él para hacer frente a un ejército sureño al servicio de los terratenientes, infame con los pobres a los que robaban hasta el aliento y racista hasta la médula, llegando a proclamar la independencia en el condado de Jones. Es una crónica épica de un hombre sencillo e idealista con códigos morales que abogaban por la igualdad y los derechos humanos, por una vida digna tanto para negros como para blancos y contra leyes que, incluso acabada la guerra, perduraron en el rancio Sur, y que, a través de una historia paralela de un descendiente de Knight, evidencia lo poco que han evolucionado esos temas en Estados Unidos. El film es historia con un mensaje evidente, adecuada a un guión que añade su propio imaginario convirtiendo a este temerario personaje en una inequívoca especie de Robin Hood de los pantanos, algo patente en buena parte de una película donde McConaughey demuestra una gran capacidad actoral, convirtiendo a Knight en una legítima figura con valores dentro de un sombrío tiempo pasado que, en verdad, difiere bien poco del presente.