CRÍTICADECINE
Horror en el hipermercado
¿Película para ir a ver con los niños y que se lo pasen genial viendo salchichas, bollos, tortitas y mil y un productos alimenticios humanizados y conviviendo en un hipermercado? ¡No! Craso error, porque de ser así se fundirán en las butacas y se les borrará la sonrisa de la cara a las primeras de cambio ya que La fiesta de las salchichas es una de las películas más irreverentes, descaradas y desvergonzadas de los últimos tiempos en el campo de la animación, ideada por una gamberra pandilla encabezada por el actor y guionista Seth Rogen, y que tiene como miembros destacados a James Franco y Jonah Hill, que ponen además voz a los personajes que aparecen en tan desmadrada producción, y en la que colaboran nombres de peso como Edward Norton o Salma Hayek en el original. El film se inicia como una historia cargada de candidez, con los alimentos cobrando vida y cantando cuando nadie los ve, esperando la apertura del hipermercado ilusionados ante la posibilidad de ir a un más allá idílico en cuanto entren en el carro de la compra, y ajenos a un destino cruel, algo que funciona como una crítica a una falsa teología. Cuando se enteran de que su futuro inmediato será el de ser devorados, una salchicha y sus amigos iniciarán una despiadada revolución. Todo esto podría entrar de un modo inocente en la historia si no fuese porque afloran chistes morbosos e incorrectos, deseos sexuales nada contenidos y explícitos, humanos yonquis, marihuana a destajo, orgías y disquisiciones muy pasadas de vueltas sobre moral, raza o credo. Pero escenas como la de la masacre en la cocina o el desmadre final la hacen divertida, intencionadamente soez sí, pero divertida.