CRÍTICADECINE
Exprimir el limón
INFERNO Dirección: Ron Howard Intérpretes: Tom Hanks, Felicity Jones, Omar Sy Cines: Alpicat, Urgellenc (Tàrrega)
Llega un momento en que secretos templarios, enigmas del Renacimiento, mensajes cifrados del medievo, raras sectas de iluminados, arcanos objetos catedralicios ocultos y conspiraciones que vaticinan un violento fin del mundo han saturado el mercado literario y por ende una parte del cinematográfico.
Llegando a un crecido hartazgo en ese juego tan enrevesado con la historia como pueril en su contenido, ver Inferno, que cierra la trilogía del escritor de best sellers Dan Brown y que el realizador Ron Howard ha trasladado al cine desde El código Da Vinci que abrió la veda, y Ángeles y demonios que persistió en tan ocultas intrigas, se antoja un ejercicio de esfuerzo no compensado. Inferno coloca a un desganado y desmemoriado Tom Hanks en un entramado tan sencillo como es una amenaza pandémica, un virus que amenaza a buena parte de la población mundial, que un millonario moderno con teorías de medio pelo quiere expandir.
Esa es la cuestión, a esto, la trama, siguiendo a sus antecesoras, incluye ilustrarnos con remiendos de la historia ya sea en Florencia, Venecia o Estambul; con enigmática máscara mortuoria de Dante; con pinturas de Vasari con encubierto mensaje, o de Botticelli aliñado con accidentadas visitas turístico culturales a lugares históricos, involucrando una trama en la que la persecución es un todo, la traición una premisa, el asesinato algo común y los elementos que se manejan, acertijos que avanzan y retroceden en un montaje desaforado para acercarnos a un desenlace tan previsible que, visto lo visto, te quita el complejo de bobo ilustrado de golpe. Y así, ir exprimiendo el limón, hasta que quede seco. Divina inocencia la nuestra.