LIDERATGE
Gobierno sin ley
Tengo la suerte de tener muy cerca a mi mentor en el mundo de la Empresa Familiar (EF) y de poder disfrutar de largas conversaciones acerca de ella. A menudo retomamos temáticas referentes en nuestro entorno profesional y hace poco reparé en cómo me había influido su opinión respecto del desgobierno… en la EF. Me gustaría compartirla con ustedes.
“El desgobierno es, sin duda, uno de los parámetros a tener en cuenta en el ámbito de la EF y resulta necesario contemplar cómo puede evitarse su efecto letal”. Con esta contundencia al impulso de las noticias del desgobierno político y de una previsible situación cercana, empezaba su discurso.
“Lo primero es, sin duda, la concienciación de si quien ejerce de Cabeza de Familia tiene el mismo papel en la Empresa. Después del saber hacer y hacer, la responsabilidad de la Familia y la Empresa debe centrarse en el enseñar a hacer y determinar cuál va a ser la composición de la futura dirección de la Empresa (única o compartida) y plantear, de buen inicio, la futura profesionalización de la Sociedad –lo que, por cierto, no es fácil, ni por la elección, ni por la aceptación–. Aquí, en este punto, será bueno que se apoye en un Consejo de Administración que cuente con algún consejero externo que sepa prender el enganche perfecto entre el CEO familiar y el futuro, quien no deberá olvidar sus orígenes”, lo que añadía, como educación y premisa necesaria para prevenir o, en los peores casos, mitigar, los caóticos efectos del desconcierto.
Y llegaba, una vez más, la eterna y personalísima pregunta: ¿Quién prima en la toma de decisiones, la Familia o la Empresa? “Sin duda, la Familia, pero con esta educada en respetar, potenciar y vivir la Empresa. Y ello después de tener que aceptar y entender la educación que esto requiere: es necesario el esfuerzo y la dedicación a los mismos. No olvides que el patrimonio de la Familia (una vez ordenado) está en la Empresa, a la vez que la Empresa debe entender que funcionará si existe la Unión Familiar. Para mí, existen cinco puntos elementales: 1) Educación empresarial. 2) Aceptar que el patrimonio esté en la Empresa. 3) Ordenar la Empresa, si hace falta, en áreas de actividad. 4) Decidir la gestión global o por áreas. 5) Definir los Órganos de decisión y de gobierno”.
No podría estar más de acuerdo. Resulta indispensable trabajar para conseguir que la serie (con suerte, cíclica) del saber hacer, hacer, enseñar a hacer y –me permito añadir, con su permiso–, dejar hacer, fluya ininterrumpida.
Según Aristóteles, un estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por una buena ley. Nada más afín a la Empresa Familiar, que no cuenta con una ley específica, porque su gobierno lo diseñan sus integrantes bajo el espíritu unificador de los objetivos familiares con los empresariales.
La convivencia entre vínculos empresariales y vínculos afectivos no resulta fácil, de ahí que devenga fundamental tener al frente a aquellos hombres y mujeres buenos que sean capaces de dotarlas de equilibrio, en toda su extensión.
Un reto que, sin duda, puede constituir la clave del éxito en la gobernabilidad de la Empresa.