CRÍTICADEMÚSICA
La mar de excitante
Como cada año a estas alturas, el Jazz Tardor abre sus puertas para traernos unos cuantos buenos conciertos y situar de nuevo en el mapa nacional a nuestra ciudad como uno de los referentes del género. La edición 23 pone de manifiesto que la productora Quadrant y un inasequible al desaliento Josep Ramon Jové, máximo responsable de esta historia, han vuelto a hacer el milagro de los panes y los peces montando un cartel de remarcable buena calidad pese a un –intuyo– exiguo presupuesto organizativo. Por ello, estuvo bien ver durante el estreno al paer, acompañado de la concejal de Cultura, comprometiéndose públicamente con el festival, aunque no estaría de más rogarle que, más allá de la foto de rigor, actúe como auténtico ángel de la guarda de este evento puesto que con algo más de apoyo económico podría ser, seguro, mucho mejor todavía. Prueba de lo que decimos es haber podido contar, para empezar, con el pianista británico Barry Green, hoy por hoy uno de los talentos emergentes del jazz europeo. Dotado de gran virtuosismo y técnica pianísticos, derivados de una sólida formación académica combinada con habilidad por su también remarcable capacidad de improvisación, el resultado práctico de sus puestas en vivo son unos conciertos plácidos pero a la vez la mar de excitantes. Flanqueado en lo rítmico admirablemente por Masa Kamaguchi, contrabajo, y Stephen Keoch, batería, viejos conocidos ambos de la afición local, Green desarrolló una selección óptima de temas propios y ajenos que no defraudaron a quienes, sin soltar un duro, casi llenamos la sala B del Enric Granados. Un buen aliciente, por supuesto, para empezar con buen pie este Jazz Tardor 2016.