La utilización de menores para cometer delitos

Los últimos acontecimientos, léase descubrimiento de organizaciones que utilizan a menores para cometer hurtos y robos en las grandes ciudades, el hoy muy actualizado caso Nadia, así como otros de cuyos menores no podemos ni siquiera visualizar sus rostros, precisamente por haber sido utilizados para cometer delitos concretos cuyos auténticos autores escapan a la sanción penal pues los menores no pueden ser sancionados como tales beneficiándose económicamente del delito los criminales que los utilizan están en el orden del día.

Catálogo de delitos realizados con utilización de menores:

Si se emplea violencia, intimidación, engaño, o se abusa del menor vulnerable para utilizarlo en trabajos o prácticas semejantes a la esclavitud o mendicidad, son situaciones que la ley castiga con graves penas de cárcel. Si se realiza la explotación sexual de menores, incluida la pornografía o son utilizados para realizar otras actividades de carácter delictivo como son las descubiertas últimamente como las de tráfico de órganos extraídos ilícitamente al menor dada su situación de necesidad o vulnerabilidad, resulta evidente que no les queda a estos otra alternativa aceptable que someterse al abuso.

La protección legal

El Código Penal, en su última reforma, ha establecido una amplia protección para supuestos de utilización de menores comprendiendo no solo el caso de delitos cometidos en territorio español, si no que se extiende a los efectuados “desde España o en tránsito o con destino a ella”. Se sancionan con duras penas de cárcel de 8 a 12 años a quienes acogieren, recibieren, transfirieren, o intercambiaran a menores. ¿Es todo ello suficiente? La respuesta es no, al constatar que los órganos de vigilancia, control y protección evidencian una falta de medios y de especialistas alarmante.

Consejo legal

El problema es hoy de grandes dimensiones, basta con comprobar cómo las primeras víctimas del conflicto de los refugiados son los menores desamparados y su utilización por mafias y organizaciones criminales. Solo la denuncia de los particulares cuando tengan constancia y conocimiento de una situación irregular padecida por un menor pueden reducir el problema. Nuestra sensibilidad y responsabilidad colectiva pueden evitar tanta perversidad. Miles de menores ocupan calles y plazas en nuestras ciudades, en situación anómala y sin rumbo que los ciudadanos venimos obligados a orientar.