UNA CRÍTICA A LA HOMEOPATÍA
“Que no se pueda probar no significa que no funcione ”
Evaristo Galdeano es pionero en acupuntura y homeopatía en Lleida
risto Galdeano, uno de los pioneros en ejercer la llamada medicina alternativa en Lleida (ver desglose). Y este caos va en detrimento del paciente, que es el más vulnerable. El médico de familia y diputado al Parlament Jorge Soler explica que Ciutadans ha promovido recientemente una proposición no de ley relativa a “la mejora de la protección de los pacientes afectados por la pseudociencia”. Soler sabe que será un proceso lento, “pero necesario” porque el paciente “puede ser víctima de un fraude y hay que protegerlo, porque es vulnerable”. El médico y diputado subraya que no todo vale. “No hay que confundir la libertad individual con una estafa”, advierte. “El paciente solo puede decidir cuando ha sido correctamente informado de sus opciones, sin engaños”.
Porque “nada es inocuo”. El biólogo catalán Jesús Purroy, autor de libros como Homeopatia sense embuts, recuerda que se está investigando en Estados Unidos la muerte de diez bebés tratados con preparados homeopáticos para aliviarles el malestar en las encías derivado de la dentición y que hay 400 afectados. Y es que Purroy va más allá de denunciar el intrusismo. “La homeopatía y el resto de terapias alternativas no tienen efecto sobre la salud más allá del placebo. No hay ningún debate científico al respecto”. A su juicio, el único debate “es político y económico”. Por eso lamenta que los colegios de médicos no se mojen. “Bastaría con recurrir al Código Deontológico”. Cree que falta formación para que la sociedad pueda distinguir un ensayo clínico de una prueba sin validez científica. “El manido ‘a mí me funciona’ ha hecho que lleguemos donde estamos. Que notes un alivio o te sientas mejor no significa que una terapia funcione: un masaje en los pies también resulta gratificante, pero no es terapéutico”. Y se muestra pesimista: “esto va más allá de modas como las pulseras Power Balance o las bayas de Goji” porque estas terapias se relacionan con movimientos ecológicos. “Habría que poner orden, pero es impopular y los políticos no se atreven”.
“El intrusismo daña nuestra imagen. Yo soy médico. Una cosa es ‘poner agujas’ y otra ejercer la acupuntura”
Sanidad así lo confirma: “la regulación de estas terapias es competencia estatal”, se limita a afirmar el portavoz del departamento consultado por SEGRE.
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lleida
En la reunión del claustro de la Universidad de Lleida celebrado el 21 de diciembre el rector fue interpelado sobre la idoneidad de que la UdL ofertara cursos de terapias alternativas que no tienen un aval científico. Hay, por lo menos, cuatro titulaciones cuestionadas que han abierto un debate interno entre un grupo de profesores de titulaciones científicas: un curso de kinesiología, uno de osteopatía cráneo-sacra, uno de autoaprendizaje y educación para la salud y uno de aromaterapia. Estos cursos ya se vieron envueltos en la polémica tras la supresión, el año pasado, del máster de homeopatía de la Universidad de Barcelona por falta de evidencias científicas. “No me constan quejas de manera oficial”, asegura el director del Centre de Formació Contínua de la UdL, Carles Enric Florensa. “Todos los cursos pasan, por lo menos, tres filtros”, añade. Además, subraya que son titulaciones “que también se imparten en otras universidades españolas” y que cuentan con el apoyo “de los colegios profesionales” y “reciben muy buena puntuación por parte de los alumnos matriculados”. Florensa se mostró abierto, no obstante, a adoptar más medidas de control si la comunidad universitaria lo cree oportuno.
Fira Natura, celebrada con notable éxito de público el pasado fin de semana, también se ha visto involucrada en un debate científico parecido. La Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, integrada por científicos, médicos y profesionales de la salud que se muestran críticos con las terapias alternativas, lamentó que se diera apoyo con dinero público a pseudociencias “que llevan al engaño”. Ipcena, organizadora de la feria, respondió que no reciben financiación o ayuda de las administraciones públicas y que se hace un control exhaustivo de los contenidos del certamen, que cuentan con “ponentes reconocidos”.
Evaristo Galdeano ejerce la medicina desde 1983. Poco después se especializó en lo que entonces se denominaba terapias alternativas, “aunque ahora preferimos hablar de medicina integrativa”. Es un apasionado de su trabajo y, tal vez por ello, no rehuye ningún debate. “Que no se haya podido probar científicamente la eficacia de la homeopatía, por ejemplo, no significa que no funcione”, advierte. “La tecnología ha avanzado lo que nunca nos hubiéramos imaginado en cincuenta años. También la ciencia. Y la medicina, por su puesto. Disponemos de vacunas que nos han permitido salvar muchas vidas, de medicamentos muy eficaces, de técnicas quirúrjicas muy sofisticadas... pero estos innegables avances tan importantes en los casos agudos, no tenían en cuenta el bienestar del paciente. Y se daba la paradoja que podíamos resolver un problema clínico muy complejo pero no una fección que aunque sea leve te afecta en tu día a día. Por eso hay tanta demanda de la medicina integrativa”.
Pero estas terapias no están reñidas con estar al día para poder recetar “cuando se necesitan” antibióticos de última generación, asegura. Porque, ante todo, recuerda él es médico y que de medicina “solo hay una”. “Una cosa es poner agujas y otra ejercer la acupuntura”, advierte. “A mí que llevo más de treinta años ejerciendo en Lleida el intrusismo no me afecta directamente, porque ya tengo un nombre y un prestigio, pero reconozco que daña la imagen del colectivo y, además, es un intrusismo consentido”.
A su modo de ver, las polémicas tienen mucho que ver con intereses económicos. “Las compañías farmacéuticas se han visto afectadas por la crisis económica y han bajado mucho las ventas, mientras que los medicamentos homeopáticos, que pese a quien pese tienen categoría de medicamentos, han crecido exponencialmente, lo que hace que seamos vistos como competencia y se nos ataca”.
No tiene problema en admitir que la eficacia de algunos tratamientos “no se ha probado científicamente”, pero subraya que se basan en la evidencia. “Tal vez pueda probarse más adelante”. Pone un ejemplo reciente: “se acaba de encontrar ADN del hongo Penicillium en los dientes de unos neandertales que vivieron hace 49.000 años. Y esto es un antibiótico natural. También conocían las propiedades analgésicas del ácido salicílico, porque los científicos han hallado en el sarro restos de ADN del álamo, un árbol cuya corteza, raíces y hojas contienen el ingrediente activo de la famosa aspirina. Es evidente que ellos no tenían pruebas científicas que demostraran la eficacia de estos tratamientos, pero tenían la evidencia de que así era”. Y recuerda que la acupuntura tiene 5.000 años de historia y se estudia en universidades de todo el mundo “porque hay mucha demanda”.
El progreso del conocimiento es vertiginoso; tanto, que a veces parece que cualquier cosa es posible y que solo falta descubrirla. Pero algunas cosas sí las sabemos con certeza. La ley de la gravedad actúa y por ello no nos tiramos por la ventana. Y en las reacciones químicas y biológicas participan las sustancias presentes, no las ausentes, que es lo que nos ofrece la homeopatía: de un material se hacen diluciones hasta que no queda nada, salvo el agua. Y con una gota de este agua se moja una píldora de azúcar, y se envasa como si fuera un medicamento de verdad. Por lo tanto, la homeopatía ofrece una piruleta donde la investigación médica aporta lo mejor que la ciencia y la técnica humanas han sabido crear. Tanto da que sea una gripe como una cardiopatía como un cáncer: siempre será la misma piruleta. En realidad, no puede ofrecer nada más.
La homeopatía, que Samuel Hahnemann inventó hace 200 años, no es ninguna terapia milenaria. Si lo fuera, tampoco significaría nada; es gracias a la medicina científica, moderna, y a la higiene y la alimentación, que vivimos 80 años en lugar de los 35 de aquellos tiempos. Vivir mucho y bien es un privilegio reciente. Y ocurre que, después de dos siglos, ninguna de sus hipótesis se ha confirmado, porque, simplemente, la realidad no las avala. Sin fundamento, no se podía ya esperar nada útil, y ningún estudio bien ejecutado ha demostrado que sirva para nada. Su persistencia responde tanto a poderosos intereses económicos como a nuestra credulidad. Estamos predispuestos al pensamiento mágico y compramos con facilidad los discursos de los charlatanes.
Así, bastante gente consume homeopatía. ¿Es legítimo? ¡Claro! Un adulto, consigo mismo, puede hacer lo que le apetezca. No con las personas vulnerables a su cargo, ¡ojo! El problema está en quién la promociona, y cómo. Primero hay quienes, desde la pereza para entender el mundo, creen que les hace algún bien, y se acogen a la falacia del “pues a mí me funciona”, como si ello justificase algo.
Y en un segundo escalón, más doloroso, están ciertos profesionales de la medicina, la enfermería, la farmacia. Estos no pueden alegar ignorancia. En pocas carreras se estudia química como en Farmacia; en ninguna la fisiología humana como en Medicina. La homeopatía no sirve para nada y lo saben perfectamente. ¿Por qué, pues, la defienden invocando el limbo legal propiciado por la cobarde clase política española y otras europeas, tan distintas del valeroso gobierno australiano, que la ha cortado de raíz? ¿Por qué algunos de estos profesionales vulneran un puñado de cláusulas de sus códigos deontológicos, y las organizaciones colegiales les amparan en vez de censurarles? ¡Ah, es que en el timo hay mucho dinero en juego!
Sí, les oigo: nos lo piden, dirán. El efecto placebo, dirán. Pero en otros tiempos el efecto placebo se conseguía también. Una tisana, palabras reconfortantes... no es necesario engañar a los abuelos mandándoles comprar terrones de azúcar a centenares de euros el kilo. Para eso, amigos, no hacía falta estudiar tantos años.
madrid
Una salida de tono ridícula de Mercedes Milá el pasado domingo en el programa televisivo Chester in love puso en evidencia los riesgos para la salud pública de frivolizar con la ciencia y convertirla en un espectáculo. Milá debía discutir con el bioquímico valenciano José Miguel Mulet sobre la existencia de la llamada “enzima prodigiosa”, que constituye la base de una dieta milagrosa que sigue desde hace años la periodista y presentadora para adelgazar. Mulet dice que esa enzima prodigiosa, defendida en un libro de gran éxito de Hiromi Shinya, no existe, y el arranque de Milá para rebatir al científico valenciano fue: “lo primero que te digo es que te leas el libro y adelgaces, porque estás gordo”. Mulet, estupefacto, se limitó a responder: “gracias por decírmelo, pero tengo espejo”. Luego el bioquímico explicó que su hija, de 13 años, se puso a llorar en casa al ver que Milá insultaba a su padre en la televisión por su sobrepeso. La salida de tono de Milá reveló hasta qué punto frivolizar con la ciencia es un riesgo para la salud. También la mental.