Padres apaleados

“Honrarás a tu padre y a tu madre” es un precepto bíblico hoy en franca decadencia. Las alarmas se están disparando ante el número de niños y adolescentes que han empezado a levantar la mano a sus progenitores, preferentemente hacia su madre. Una fiscal de menores del Tribunal Supremo ha manifestado nuevamente que “cuando los padres denuncian es porque han llegado a una situación límite. Se sienten doblemente avergonzados por tener que pedir que se actúe penalmente contra sus hijos ya que esa denuncia les parece la constatación de su fracaso”. El fenómeno recoge una curiosa tendencia, el aumento de chicas que pegan a sus madres y de chicas que pegan a otras chicas. Este tipo de delito antes abrumadoramente masculino, hoy aparece ejecutado a la par por igual entre chicos y chicas.

Radiografía del nuevo fenómeno Los maltratadores adolescentes reproducen el modelo machista, a pesar de que muchos de ellos estudian en colegios mixtos. Su edad está en la horquilla de los 14 a 18 años y fuera de esos episodios violentos contra sus padres suelen pasar por jóvenes normales y poco conflictivos. El maltrato a los padres es transversal a todas las estructuras sociales aunque el incremento se intensificará en las clases medias. Se constata estadísticamente que la ausencia de la figura paterna aparece a menudo en el origen del conflicto. Hoy, niños y adolescentes que antes se fugaban del hogar, optan por quedarse en casa y tiranizar a sus padres.

Personalidades explosivas de efectos retardados Los especialistas constatan como causa que “el modelo autoritario de familia no ha sido sustituido por un modelo alternativo verdaderamente educativo, muchos padres no saben qué hacer con sus hijos más allá de transmitirles los afectos”. La desaparición de la figura paterna, bien por separación, por tratarse de una familia monoparental o simplemente porque los padres se inhiben al estar muy ocupados por el trabajo, suele apuntarse como el origen de esa nueva violencia.

Consejo legal Si se encuentra ante la agresión de su hijo adolescente, no oculte esa circunstancia a la justicia, pues con ello nada soluciona, salvo asegurar que la agresión se repita. La justicia de menores está siempre orientada a enderezar las conductas indeseadas de estos y en gran manera resulta eficaz para rectificar rumbos erráticos en los adolescentes.