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La felicidad en la empresa

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Cada vez son más las pruebas que indican que está habiendo una mayor consciencia acerca de la felicidad personal, hablamos de este equilibrio y bienestar tan buscado fuera de las organizaciones, y ahora también en las empresas. Y tampoco es de extrañar, pues si la búsqueda de la felicidad es nuestro mayor fin, y todas nuestras acciones y comportamientos las hacemos para sentirnos bien, ¿por qué no comportarnos así también en las organizaciones? Esto es coherencia. A veces me da la impresión que somos humanos fuera de nuestro entorno laboral y cuando entramos en el mismo se nos olvidan, al menos, ciertos detalles importantes. En las escuelas de negocio más prestigiosas del mundo y universidades internacionales, los cursos más demandados y a la vez más bien valorados han pasado a ser cursos de psicología positiva, desarrollo personal y liderazgo. A la par, en muchas empresas privadas líderes en su sector también son los más solicitados. Y es que algo está cambiando. Las cifras también nos animan a seguir apostando por este bienestar personal, pues se ha demostrado que cuanto más feliz es una persona, mejor relaciones sociales tiene, se vuelve un ser más creativo (puede multiplicar hasta tres su creatividad), aumenta su productividad (las cifras indican que es alrededor de un 30%) y también se ha demostrado que un trabajador feliz puede aumentar hasta un 40% sus ventas, otro dato alentador. Además de otros aspectos, la felicidad nos ayuda a aumentar el orgullo y el compromiso con la empresa, mejorar la actividad y energía que mueve a las personas a pasar a la acción, mejorar la salud y mayor control emocional, existe menos riesgo de sufrir estrés y ansiedad, entre otras emociones negativas. Entonces, ¿qué podemos hacer como líderes para potenciar este bienestar que sin duda nos va a aportar mejorar los resultados en nuestra empresa? Podemos empezar por trabajar nuestra intención, nuestra voluntad de querer, sin excepción ninguna, la felicidad en el trabajo. En uno mismo y en nuestro entorno, nuestros colegas. Y seguramente habrá que romper con algunas convicciones que no nos ayudan a aportar lo mejor como personas dentro del ámbito laboral –¡yo no vengo a la empresa a hacer amigos!–, elegir la felicidad y contagiarla, sin duda, es el primer paso. Tener un propósito para encontrar el sentido y realizarnos como profesionales es otra herramienta que pocas veces se utiliza. ¿Qué huella quieres dejar en el mundo mediante tu profesión? ¿Qué impacto positivo quieres dejar en tu entorno y tu empresa? A la vez, descubrir el mismo y compartirlo con nuestro equipo nos ofrece unidad, conexión, sentido y motivación para sacar todo nuestro potencial como profesionales. Además del propósito, asegurarse que los valores corporativos se transmiten en cada una de nuestras acciones fortalece también nuestra imagen corporativa. Confiar en la gente de nuestro equipo, así como darles autonomía y responsabilidad (permitirles cometer errores, indispensables para el aprendizaje), contribuye también a su bienestar, y es que hay algo común en los líderes positivos, siempre hacen crecer a los demás, ven la grandeza y saben sacar lo mejor de las personas. También es nuestra responsabilidad promover en las organizaciones una comunicación sana y auténtica, la calidad de la comunicación en la empresa determina su calidad de vida, asegurarnos que sea siempre auténtica y constructiva juega a favor del bienestar. Y así podríamos seguir con más acciones como impulsar la iniciativa y la creatividad, promover la proactividad y estimular a una formación continua, asegurándonos la innovación como una ventaja competitiva de la empresa. Y para todo ello, se hace indispensable trabajar con nuestra nueva prioridad, la gestión emocional de las personas, conocer lo que nos mueve, nuestros miedos y pasiones y desde allí generar experiencias emocionales conscientes y positivas, además de contagiarlas. Este es nuestro mayor reto.

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