Rubicón

El gobierno independentista ha traspasado el Rubicón. Señalan al que piensa distinto y no les da la razón. Apuntaron al director de El Periódico, medio al que ya han solicitado quitarle todo tipo de subvención económica. Es un aviso inconfundible al resto de medios de comunicación. O habláis bien del procés o ni un euro. Han señalado a Jordi Évole por opinar, y así desprecian a todos aquellos que no aplauden con pasión lo que dicta el Govern. Un referéndum con garantías no lo harán, pero exigen a alcaldes, funcionarios y ciudadanos que se posicionen y así poder saber quiénes son afines o no. Mucha gente está preocupada por la deriva que pueda tener todo esto, temor que además es compartido en conversaciones privadas con políticos de Junts pel Sí. El choque institucional es importante, pero el choque social lo es mucho más. Todo podría haber sido distinto con interés real de entendimiento, pero no lo han tenido ni el tripartito separatista con la CUP marcando el paso, ni el PP con reservas para modernizar y reformar nuestro país. Ciudadanos ha planteado una salida política con una moción de censura que permita convocar elecciones para poder cambiar los tonos y estilos que ha tenido el procesismo. Lo acaecido ésta semana en el Parlament ha sido un escándalo. Presentaron una ley forzada afirmando que no han encontrado otra forma de hacerlo. Han impedido el debate a la totalidad y que no se pueda solicitar un dictamen al Consell de Garanties, que sin ser vinculante es preceptivo. Han malgastado dos años para escenificar una vergüenza improvisada. Ignoraron la carta de los letrados del Parlament, pisotearon el reglamento y se saltaron todas las leyes. Silenciar y anular los derechos de la oposición no solo es ilegal y antidemocrático, sino que es permitir que el gobierno de turno pueda hacer lo que quiera y eso es muy peligroso. Torpedear los derechos democráticos con una sonrisa fingida es un precedente que nos puede asimilar a países a los que no deberíamos parecernos nunca. Si han tardado dos años para presentar semejante chapuza es mejor que se vayan y no sigan poniendo en riesgo una Cataluña próspera. Han traspasado el Rubicón, algo que es impropio de la Cataluña del sentido común que debemos recuperar.