COLABORACIÓN
Shinzo Abe reafirma su liderazgo en Japón
Profesor de ESADE Law School
El Partido Liberal Democrático (PLD) liderado por el primer ministro Shinzo Abe volvió a ganar cómodamente las elecciones generales que se celebraron el pasado domingo. Nada nuevo en la historia de Japón. El PLD es un partido conservador, más pragmático que ideológico, que dominó la política japonesa casi ininterrumpidamente desde 1955 a 2009. Pero, tras tres años de malos gobiernos del opositor Partido Democrático Liberal (PDL), Shinzo Abe retomó el poder en diciembre de 2012 y logró reforzarlo en las anteriores elecciones de 2014. Va a seguir liderando el país un tercer mandato consecutivo, en principio hasta 2021. La tercera economía mundial afronta muchos retos políticos internos y externos, entre estos últimos, la persistente amenaza nuclear norcoreana. Tendrá otros cuatro años para consolidar las Abenomics, intentar reformar la constitución pacifista impuesta por EEUU en 1947 y pasar a la historia como el primer ministro con más años y experiencia en el poder, un protagonismo que también ejercen Xi Jinping y Angela Merkel en China y Alemania.
Shinzo Abe anunció el 25 de septiembre, 14 meses antes de lo previsto, la convocatoria de unas elecciones anticipadas. El PLD disfrutaba de un amplísimo apoyo de los dos tercios en el Parlamento y no necesitaba ir a las urnas. ¿Por qué tomó esta decisión? En primer lugar, Abe se vio inmerso en un escándalo de amiguismo político que provocó la dimisión del ministro de defensa y obligó el 3 de agosto a una amplia remodelación del gobierno para frenar una caída de los niveles de aceptación que en julio había caído hasta el 30%. Luego subieron al 50% gracias a la firme política de Abe frente a la crisis norcoreana. Pero la causa principal fue intentar frenar la emergente líder política, Yuriko Koike, gobernadora de Tokio, cuyos partidarios, el 2 de julio, habían triunfado en las elecciones municipales de Tokio, derrotando a los candidatos del PLD. Koike había lanzado, el mismo día 25 de septiembre, el Partido de la Esperanza, llamado a disputar en las previstas elecciones para 2018 el liderazgo del PLD. Pero la rápida reacción de Abe, adelantando el calendario electoral, cogió a Koike sin aún un aparato político con posibilidades reales para plantar ahora cara a Abe y finalmente decidió continuar como gobernadora de Tokio. Además, el tradicional opositor PDL, sumido sin liderazgo en una profunda crisis interna, tampoco podía evitar el triunfo de Abe.
Shinzo Abe proseguirá sus políticas económicas, las Abenomics, que parecen ser más efectivas. Y anunció pocos días antes de convocar elecciones otro plan de estímulo económico y social por un valor de 15.000 millones de euros, también destinados a inversiones en educación para mejorar la productividad y en ayudas a la tercera edad, un maná de votantes tradicionalmente fieles al PLD. Unas mejoras sociales que pretenden financiar a través de la mayor recaudación del IVA, cuyo aumento del 8% al 10% se prevé aplicar en octubre de 2019. El pago de la deuda que supera el 250% del PIB, puede esperar un poco más. La economía japonesa ha encadenado seis trimestres consecutivos de crecimiento positivo gracias al consumo interno y la inversión pública. Pero el PIB crece en torno al 1,5%, menos de lo previsto mientras la inflación sigue muy alejada de alcanzar el 2% y los salarios siguen más bien estancados. Una economía que también depende del sector exterior está condicionada por las incertidumbres que aún planean sobre la economía mundial. El FMI alerta sobre los efectos de las tendencias proteccionistas de EEUU y un Brexit que sombrea la UE. Todos pendientes de los efectos de la prevista subida de los tipos de interés cuando la deuda de los Estados dobla el PIB mundial. No se libra ni China, cuya deuda también alcanza el 250%.
Japón debe afrontar muchas reformas estructurales pendientes, entre ellas la del mercado laboral o corregir el rápido envejecimiento de la población debido al bajo índice de fertilidad en un país reacio a acoger a los emigrantes extranjeros. Pero hay otro problema subyacente: los problemas de gobernabilidad de algunas corporaciones empresariales. Se demostró en la desastrosa gestión de la crisis nuclear de Fukushima. Seis años después, un tribunal local juzgó responsable a la compañía eléctrica Tepco por los trágicos acontecimientos acaecidos el 11 de marzo de 2011. Y han aflorado algunos asuntos que afectaron a Nissan, Mitsubishi, Suzuki y Tanaka. El último, el 8 de octubre, otro escándalo afectó a Kobe Steel, que falsificó datos sobre la resistencia de algunos productos fabricados por este gigante siderúrgico nipón. No es un problema exclusivo de Japón. También se repite en otros conglomerados asiáticos. Y también en la gestión de algunas importantes firmas europeas del sector del automóvil.
Las malas prácticas de las empresas multinacionales, como las de Kobe Steel, afectan a los mercados exteriores. Más de quinientos grupos utilizan los presuntos productos defectuosos fabricados por el grupo siderúrgico nipón. Existe una responsabilidad directa o indirecta de las instituciones públicas y privadas reguladoras y auditoras de las empresas.