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¿En qué pensamos las mujeres?

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La doctora Louann Brizendine es una de las personas que más saben sobre la influencia de las hormonas en el cerebro femenino. En el centro específico para mujeres que dirige en San Francisco, lleva años investigando y tratando los cambios de humor, la ansiedad o las disfunciones sexuales asociadas a los niveles hormonales.

Según sus estudios, todos tenemos, desde la concepción y hasta las ocho semanas de vida fetal, circuitos cerebrales de tipo femenino. Después de la octava semana de vida fetal, los diminutos testículos del feto masculino empiezan a liberar enormes cantidades de testosterona con las que impregnan los circuitos cerebrales y los transforman del tipo femenino al tipo masculino. De esta manera, por ejemplo, el centro cerebral que denominamos técnicamente la zona del impulso sexual dobla su tamaño en el cerebro masculino. De su investigación se desprende que las zonas del cerebro destinadas a la actividad sexual o a la agresividad son mayores en el cerebro masculino, mientras que las destinadas a escuchar y a la empatía –la capacidad de ponerse en el lugar del otro– son mayores en las mujeres.

Aquí ya observamos algunas características importantes que condicionan nuestro pensamiento: la empatía. Esta hará que pensemos en el otro antes de actuar. Los hombres tienen visión de túnel, que es una característica primaria de los cazadores, ya que originalmente esta era su función. Por el contrario, las mujeres debían cuidar de sus crías y estar atentas a las amenazas mientras recogían frutos, por eso tenemos una visión más periférica. Por eso, nunca encuentran las cosas que nosotras localizamos a simple vista.

Esta característica nos proporciona una visión más global, en la que consideramos más elementos para tomar nuestras decisiones.

Las mujeres son mejores comunicadoras que los hombres, destacando tanto en la comunicación verbal como en la no verbal. Según Mindcode, las mujeres hablan entre 14.000 y 16.000 palabras al día, mientras que los hombres de 3.000 a 5.000 palabras al día. Esta es la razón por lo que las mujeres envían mensajes indirectos con la esperanza de que los hombres los decodifiquen, pero por lo general, ello es misión imposible, pues estos tienen otro código de comunicación. Por eso, cuando los hombres necesitan comunicarse con una mujer, tienen que ver su lenguaje corporal, escuchar el tono de su voz, y en general, no interpretar sus palabras al pie de la letra.

Por el contrario, las mujeres al comunicarse con los hombres, debemos ser específicas ya que los hombres quieren llegar a los hechos lo antes posible y sin rodeos.

De aquí se desprende que las mujeres comunicamos mucho pero en un código propio, diferente al masculino, por lo que conviene hacer un esfuerzo en simplificar la literatura de nuestras comunicaciones y ser más directas. Por otro lado, siguiendo con las anteriores características, esta nos da la capacidad de recoger gran cantidad de datos que escuchamos, leemos y observamos, para tomar nuestras decisiones.

Y un aspecto fundamental del funcionamiento cerebral es que los hombres tienen la mayoría de las conexiones de forma aislada en cada uno de los dos hemisferios. Por el contrario, las mujeres tienen un mayor número de conexiones entre ambos hemisferios. Esta característica es determinante y tiene mucho sentido con todo lo expuesto, pues el tener conexión entre ambos hemisferios nos permite combinar el pensamiento analítico (hemisferio izquierdo) y el intuitivo (hemisferio derecho), de manera que en nuestra vida y en las decisiones que la determinan, siempre contemplaremos todo tipo de datos, de manera que estas serán sin duda, más complejas, pero también más completas.

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