Diario de campaña IV
Cosas extrañas de los papeles
El conseller cesado Jordi Turull explicó ayer que, cuando salió de la prisión, se fue a renovar el pasaporte, ya que le había caducado. Se lo denegaron por orden del juez. En principio, no tendría más importancia, pero las derivaciones del conflicto catalán suelen ser estrambóticas. Lo normal sería que Turull renovara el pasaporte y lo entregara al juez. Con todo, eso parece una menudencia, cuando el TS dice que no hay motivos para detener Puigdemont en Europa y sí para aprisionarlo si pisa el Prat. Y el tema del pasaporte quedó en nada cuando habló Soraya Sáenz de Santamaría: si ayer hubo 45.000 catalanes en Bruselas, dijo, fue “porque tienen DNI”.
Una fidelidad que cuesta 32 días de prisión
Raül Romeva dijo ayer que, cuando el Gobierno decidió quién iba a Bruselas y quien en Madrid, decidió ir a Madrid y correr el riesgo de ir a la prisión (que es lo que pasó) por fidelidad a Oriol Junqueras. También habló ayer el ministro Méndez de Vigo, que admitió que sacar el arte de Sixena del Museu de Lleida necesita tiempo. ¿Lo harán? Y si lo hacen: ¿estará antes de las elecciones?