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Democracia es cumplir la Ley

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Tras el

choque de trenes, parece llegar el choque con la realidad. Hasta para el propio Puigdemont; que en un revelador mensaje desvela que el procés ha terminado, la República Catalana es imposible y que hasta los suyos le han abandonado. Después, ha intentado achacar su confesión a “un momento de debilidad”; pero es inocultable, ya que el ex-Presidente se ha convertido en un estorbo para ERC, para los suyos y, desde luego, para la estabilidad que necesita Catalunya. Al parecer, el mensaje que Puigdemont (de JxCat) le dirigió al exconseller Comín de ERC dicen que fue descubierto de forma casual. Habría que verlo.

No es verdad que Puigdemont sea el único President posible. Al contrario, es imposible que lo sea, porque el TC ha impedido su investidura tanto telemática como presencial y, en un Estado de Derecho, un prófugo de la Justicia no puede ser investido President. En su reciente visita a Dinamarca, Marlene Wind, la Directora del Centro de Política Europea de la Universidad de Copenhague, tuvo que recordarle que Democracia no es sólo votar, sino también –y sobre todo– cumplir la Ley y la Constitución.

Efectivamente, no se puede votar todo. La decisión sobre la separación de una parte del Estado le corresponde a los ciudadanos del conjunto del Estado y no sólo a los de una parte. Y en las recientes elecciones autonómicas, que pudo convocar Puigdemont y no lo hizo, se elegía un Govern para que ejerciera sus competencias y responsabilidades y no para que vuelva a las andadas. Son las normas y la Ley que regula nuestra convivencia, que nos protege incluso de nosotros mismos y nos obliga a todos. Por eso, si alguno de nosotros se salta un semáforo en rojo, no puede lamentarse cuando un guardia le sanciona y, si un candidato como Puigdemont se salta la Ley, no puede ser President.

Es algo que no acaban de entender nuestros soberanistas y, por eso, en la Ley de Transitoriedad Jurídica pretendían someter el Poder Judicial al Govern. Por eso, también, cuestionan tanto el Artículo 155 de la Constitución, que garantiza precisamente el respeto y la protección de la Constitución, que debemos acatar todos. Especialmente los poderes públicos.

Y esta es la fortaleza de nuestro Estado de Derecho, que regula la Constitución. No han sido necesarios tanques, como algunos vaticinaban o incluso parecían desear, para que los tractores volvieran a sus casas. Ha bastado con el Artículo 155, previsto para defendernos de los que querían destruir nuestro marco de convivencia y la unidad de España. Y esta es la grandeza de la Democracia y de la separación de poderes, con la que no comulgan los que pretendían que los representantes del Poder Judicial fuesen elegidos por el Govern de una eventual e imposible República Catalana.

Pues sí, el procés ha fracasado. Política, legal, social, económica e internacionalmente. Han sido cinco largos y fatigosos años de permanente agitación mediática y callejera que no han servido ni para superar el 47% de apoyos. Mas, que fue quien inició el procés para tapar el 3% y el caso Palau, está inhabilitado y embargado, ha sido como el hereu escampa, porque ha dilapidado Convergència y el Govern; en cuya presidencia le sustituyó quien puso la CUP, que es quien ha dirigido y sigue dirigiendo esta farsa.

La pesadilla ha terminado, pero el daño ya está hecho. Los apoyos internacionales se han limitado a los flamencos holandeses, los xenófobos de la Liga Norte, Maduro y el terrorista Otegi. Porque la UE se ha creado para borrar y no para instaurar fronteras. Tampoco estaba prevista la fuga de bancos y la de 3.000 empresas. Ni la Hacienda propia, ni la DUI simbólica; porque la independencia no es como hacer una tortilla. Han fracturado imperdonablemente la sociedad catalana. Ya no somos un pueblo, porque lo han partido en dos. Lo han trinchado todo. Ya no están juntos ni JxSí ni JxCatalunya. Puigdemont tuvo la oportunidad de convocar elecciones, pero se asustó porque su socio Junqueras –ahora en la cárcel– le amenazó con las Brigadas Revolucionarias. Empezaron como Mortadelo y Puigdemont y han terminado como mortales enemigos.

El Presidente Rajoy dijo hace poco que el 155 había perjudicado los intereses del Partido Popular, pero que había sido bueno para el interés general de España. Catalunya se merece ahora más que nunca gobernantes que gobiernen para todos los catalanes y se ocupen de solucionar los problemas y no de sembrar la división. Y que nadie entierre antes de hora al partido que nos ha sacado de la crisis creando en cuatro años dos millones de empleos y reduciendo el paro hasta el 16%. Eso es lo que permite en Lleida que las pensiones hayan subido un 18%. Es el partido fundado por Don Manuel, el de Goyo Ordóñez, el de Miguel Ángel Blanco y el de Mariano Rajoy. Es el que votan los españoles para superar las crisis de todo tipo. Es el Partido Popular.

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