COLABORACIÓN
Con las cosas de comer no se juega
presidenta provincial del pp
Lleida es la capital agroalimentaria de Catalunya. Y lo es gracias a nuestra industria frutícola y nuestra cabaña porcina, que nos convierte en referente nacional de un sector que genera riqueza y empleo y nos posiciona como una de las provincias más competitivas de España. De las 6.000 explotaciones porcinas –con 8,7 millones de cabezas- que operan en Catalunya, 2.800 –con 4,8 millones de cabezas– están en Lleida. Nada menos que el 55% del total de la carne de cerdo producida en Catalunya sale de nuestra provincia. En toda España, el sector factura 4.500 millones de euros.
Esa riqueza, lamentablemente, está en peligro. Y lo está por varios motivos, algunos de ellos solo solucionables gracias a una decidida actuación de los poderes públicos. En nuestra mano, en la de quienes nos dedicamos a ese servicio público que es la política, está el activar planes de ayuda a los productores, facilitar la obtención de permisos para ampliación y creación de granjas agilizando y simplificando la tramitación administrativa, articular sistemas sostenibles de gestión y tratamiento de deyecciones ganaderas y poner los recursos públicos al servicio de la promoción de los productos que elaboran las diferentes empresas agroalimentarias que operan en el territorio. Todo eso, y no es poco, es lo que los servidores públicos podemos hacer por un sector competitivo y potente que transforma en proteínas animales aptas para el consumo humano el trabajo de nuestros agricultores y ganaderos. Las explotaciones porcinas son en Lleida una pieza clave de la estructura económica y, sin ellas, no existirían ni las plantas de productos cárnicos que operan en la provincia, ni buena parte de las fábricas de piensos y las explotaciones agrarias aquí instaladas ni, tampoco, muchas de las empresas de servicios que mantienen Lleida desde hace años como la provincia catalana con menos paro.
Todo ese formidable armazón productivo que es la agroindustria porcina leridana se ve obligado desde hace años a luchar contra las dificultades derivadas de los bajos precios, el constante incremento del precio de los carburantes y otras materias primas y las necesidades de inversión derivadas de la implantación de unas severas –pero por otro lado imprescindibles para garantizar la calidad del producto final– normas que garantizan el bienestar de los animales y la sostenibilidad de las explotaciones. Se asumen porque todos sabemos que con las cosas de comer no se juega y que la excelencia se alcanza sólo con esfuerzo, convicción y capacidad para trabajar de la mejor manera posible y permitir que el mejor producto llegue a las estanterías de nuestros comercios al mejor precio y en las mejores condiciones. Para todo eso trabajan nuestros productores y trabajamos, también, los servidores públicos. Por eso, como diputada por Lleida y presidenta de la Comisión de Agricultura del Parlament, impulsé mociones y medidas en favor de un sector que es referente internacional en sostenibilidad, bienestar animal y responsabilidad social.
Así; hoy, aquí y gracias al espacio que este diario me brinda; quiero mostrar mi apoyo a unos profesionales capaces, comprometidos y valientes que cada día pelean para crear riqueza y que se han visto injustamente atacados por individuos que se autodenominan periodistas y se atreven a poner en peligro el pan de muchas familias, las ilusiones y el esfuerzo de muchas empresas y la riqueza de la que, directa o indirectamente, vivimos todos en Lleida y otras provincias españolas en las que el porcino es pieza clave del sistema productivo. Sé muy bien el daño que puede hacer a una empresa, una persona particular o un sector entero –como es el caso– un producto audiovisual que se presenta y empaqueta como información veraz pero no es más que un panfleto elaborado con fines espurios. Jordi Évole puede contar lo que le parezca y hacerlo en prime time, pero no podemos permitir que sus relatos partidistas y malintencionados empañen la realidad: la legislación más exigente del mundo en materia de bienestar animal y seguridad alimentaria es la que rige en España, un país que –hora es ya de decirlo– fue el primero de la UE en implementarla. Con las cosas de comer no se juega y eso lo saben bien nuestros productores. Ahora, lo que hace falta es que lo entiendan también algunos que, quién sabe con qué objetivos y cumpliendo qué órdenes, cuentan las cosas no como son, sino como les interesa.
Yo, por mi parte, seguiré haciendo lo que siempre he hecho: defender a un sector clave para nuestra economía y poner en valor ante quien sea y donde convenga unos productos de calidad suprema que honran a quien los elabora, nos alimentan a todos y hacen que los leridanos debamos sentirnos particularmente orgullosos. Yo voy a seguir disfrutando del Porc de Lleida. Y eso, mal que les pese a algunos, es lo que debemos hacer todos.