Atacar al Estado

Algunos de los primeros pasos del pasado más funesto comenzaron con desfiles de antorchas, colgando símbolos políticos en las esquinas, quebrando la neutralidad del espacio público, con dirigentes sin escrúpulos hablando del pueblo como un todo, adorando al líder supremo, inventando un supuesto mandato popular y una voluntad de un pueblo, creando enemigos de la causa, traidores a la patria, dirigiendo políticamente a la policía, señalando poco a poco al que no estaba con ellos hasta excluirlos, ocupando hasta saturar los espacios públicos, situando a la gente en dos bandos, tergiversando, manipulando y reescribiendo la historia, inventando épicos relatos de ficción, y repitiéndolos en los medios de comunicación hasta hacerlos pasar por verdad. Y así se apropiaban hasta de las fiestas mayores, engalanando las plazas de símbolos y de soflamas políticas excluyentes; poco a poco intentaban que la gente creyera que eso era el sentir mayoritario, cuando no lo era. En el mismo sentido intentan con la apropiación de la Diada catalana. Antes era de todos los catalanes, pero hace años que el nacionalismo se la ha adueñado. Recordemos los lemas: 2012, Catalunya, nou estat d’Europa; 2013, Via catalana cap a l’estat independent; 2014, Ara és l’hora, units per un país nou; 2015, Via Lliure a la República Catalana; 2016, A punt; 2017, La diada del Sí, y la de 2018

será Fem la República. Y así siguen alentando una matraca inverosímil. ¿En qué ha mejorado Cataluña desde que el ultranacionalismo se ha empecinado en su quimera? En nada. Sigue la fuga de capital, de empresas, la tensión social y la inestabilidad jurídica. Los ciudadanos tienen derecho a vivir en un espacio público neutral. La historia alertó de que los fascistas del futuro se llamarían a sí mismos antifascistas; el neologismo de laboratorio siempre fue su obsesión. Hay líderes que se llenan la boca de democracia cerrando el Parlament al debate para silenciar a la oposición. Y ante ese escenario, ¿es decente que el Presidente Torra exhortara a atacar al Estado? ¿A eso nos van a conducir los dirigentes ultranacionalistas en otoño? Por sentido de la responsabilidad un Presidente de altura haría todo lo posible para evitar llevar a la ciudadanía a ese error sin sentido.