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Seis meses de desgobierno

Diputado del Partido Popular al Congreso por Lleida

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Acabamos este año 2018 con un Gobierno y un Presidente muy diferentes a los que terminaron el año anterior y fueron votados por la mayoría de españoles, sin que se hayan producido otras Elecciones Generales de por medio. Una insólita e indecente moción de censura sirvió para que el Presidente con menos votos y diputados de nuestra democracia okupara la Moncloa. No se presentó programa de gobierno y los únicos compromisos para perpetrar tamaña falacia fueron convocar elecciones y regenerar la vida política. Es evidente que no eran esas las intenciones de Sánchez ni de quienes le apoyaron, la única era echar a Rajoy.

Hay que ser muy ingenuo para creer que no había otros compromisos o pactos secretos que ahora se exige que se cumplan. Más allá de gestos, soluciones políticas milagrosas, vías de diálogo y otras distracciones, los plazos vencen y como se ha visto en las elecciones andaluzas no se puede gobernar España con los que quieren romperla. Algo que se manifestó en Cataluña con los dos Tripartitos y que provocó la mayor mayoría del Partido Popular y Mariano Rajoy. Con Zapatero empezó todo, pero con Sánchez todo puede empeorar.

Probablemente Sánchez ofreció lo que no puede y es que un Referéndum de Autodeterminación como exigen los separatistas que le apoyan requiere la reforma de la Constitución, esto es un procedimiento y mayorías muy cualificadas para lo que es indispensable los apoyos, entre otros, del Partido Popular. Y como dice Ana Pastor, la Constitución solo tiene que reformarse con el mismo consenso con el que se fundó y las soluciones a los problemas que tiene España o están en la Constitución, o no son soluciones.

Y naturalmente ese incumplimiento de pactos ocultos, no aporta estabilidad a un Gobierno que con 84 diputados depende de separatistas y radicales de izquierda. Y lo que estamos viendo es un gobierno débil y dubitativo con la mitad de los ministros y ministras en la picota, sin rumbo, orden, ni concierto, y bajo la batuta de un Presidente, que se ha convertido en el auténtico preso político de los políticos presos, a lo que sigue implorando apoyo para unos Presupuestos ruinosos que se negocian desde la cárcel y que tampoco son los que se han enviado y rechazado en Bruselas. Se ha roto además el diálogo social y todos los indicadores económicos, que empeoran, son el reflejo de la incertidumbre que vivimos.

No es pues de extrañar que las sesiones de control al Gobierno se hayan convertido en un verdadero calvario para Sánchez, incapaz de explicar las contradicciones e incoherencias que le reprocha un contundente y cada vez más brillante Pablo Casado. Plantear una equidistancia entre quienes apoyan la Constitución y la unidad de España y los que quieren destruirla es injusto y además es un error que aprovechan los insaciables socios que pretenden liquidarle.

Porque los desesperados intentos de este Presidente viajero que pretende huir de la propia realidad para sostenerse en el Poder, son despreciados por el Govern con permanentes desafíos y desacatos. Las protestas recientes de los médicos, funcionarios y estudiantes por la pésima gestión y los recortes sociales del Govern de aquí, han sido cínicamente desviados, como siempre, hacia Madrid. Y los Mossos son reprendidos cuando intentan restablecer el orden público.

Y así las cosas, mañana al humillado Consejo de Ministros, en Barcelona le espera la República de las sonrisas. Aleccionados por el Govern, los CDR, la ANC y los Arran, una kale borroka a la catalana con un President instalado en el cuanto peor mejor y que tiene como referencia la vía Eslovena que fue detonante de la terrible guerra de los Balcanes que destruyó Yugoslavia. Y que ha detectado la debilidad de un rival entregado e irresponsable que todavía no ha reconocido el el fracaso de la vía del apaciguamiento, porque lo que quiere el Govern es provocar el 155.

Y es que Sánchez inevitablemente nos recuerda a Chamberlain que en 1938 tuvo que elegir entre el deshonor y la guerra, eligió el deshonor y se encontró al final con ambos. Al final la pregunta es, ¿Al cabo de 6 meses de este desgobierno, vivimos mejor o peor? ¿Ha merecido la pena la Moción de Censura? En fin amables lectores, aprovecho la ocasión para desearles una Feliz Navidad y lo mejor para el próximo año.

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