LIDERAZGO
¿Sensaciones o emociones?
Muchas vertientes psicológicas y psicoterapéuticas hablan de las emociones como si fueran algo. Algunas hablan de si se reprimen, si se liberan, si se estancan…, pero, ¿qué es una emoción?
Es el nombre que le asignamos a unas respuestas fisiológicas que se generan en nuestro cuerpo, por lo tanto, las emociones son en realidad un conjunto de sensaciones que percibimos derivadas de procesos que a veces se originan en nuestro cuerpo (marcadores somáticos según Damasio3 ) y otras, por procesos mentales más desarrollados.
Muchas de las respuestas emocionales que notamos, las percibimos milisegundos después de que se hayan generado y de un modo totalmente automatizado y por debajo del umbral de la consciencia, por lo que no tiene sentido hablar de regular emociones porque una vez han aparecido, ya es demasiado tarde.
Sí que es más exacto afirmar que es importante el modo en que nos relacionamos con estas respuestas. Es decir, cómo asociamos lo que sentimos a lo que está pasando y como esto a su vez, nos hace sentir. Un ejemplo claro es cuando nos frustramos y luego, nos enfadamos por estar frustrados ya que nos parece un signo de debilidad.
Cuando se habla de regulación emocional, se está haciendo referencia a esos estados emocionales que se generan y mantienen por procesos mentales diversos. Por lo tanto, no son cosas que tenemos, sino son procesos fisiológicos que llevamos a cabo y sentimos. A pesar de esto, nos referimos a ellas como cosas: el amor, la alegría, la tristeza,… Y al hacerlo así, nos permite expresarnos y hasta distinguir diferentes estados de sensaciones (emociones). Pero las emociones solo son las etiquetas que le ponemos a un conjunto de sensaciones para poder hablar de ellas.
Puede sonar raro, pero lo mismo pasa con el calor o el frío. El calor o el frío no existen. Son sensaciones que percibimos y que acabamos reduciendo a una palabra para expresarnos. La cantidad de energía (lo que nosotros percibimos y medimos como temperatura) está en el medio. La sensación y la etiqueta que le asignamos, en nuestro cerebro.
Trata dichos estados emocionales como cosas, a veces es útil y a veces hace que podamos perder la responsabilidad sobre ellos. De este modo, si alguien dice “se ha acabado el amor entre nosotros” no es lo mismo que si dice “ya no te amo” o “he dejado de sentir algo por ti”.
El hablar de las emociones como cosas puede provocar que se entienda dicho estado como permanente o como si fuera una especie de enfermedad que requiere tratamiento (la tristeza, la angustia, la depresión).
Por ejemplo, hablar de emociones reprimidas es solo un modo de expresarlo, ya que una respuesta emocional no se puede reprimir en tanto y cuando, el cerebro reacciona emocionalmente de forma inconsciente. Cuando llega a nuestra consciencia, es decir cuando nos damos cuenta, ya se ha producido.
A veces, hablamos de reprimir emociones cuando nos referimos a no expresar cómo nos estamos sintiendo o nuestra opinión sobre algo. Pero aunque no lo expreses, lo estás sintiendo, no lo estás reprimiendo. Reprimes su expresión.
Otras veces, reprimir se refiere al hecho de poner la atención en algo más, para no sentir un conjunto de sensaciones que en este momento no nos interesa. Por ejemplo, si tienes miedo, intentas hacer algo más para apartar la atención de los pensamientos que lo generan. Por lo tanto, en cada uno de estos casos se llevan a cabo procesos internos que generan conjuntos de sensaciones que solemos llamar emociones.
Las sensaciones solo son información que el cerebro procesa pero en la medida que este recibe entradas de información de diferentes tipos, escoge qué mostrarnos conscientemente y qué no.