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Según Wikipedia, el concepto sándwich fue recogido por la Real Academia de la Lengua en 1927. En el ámbito sociolaboral, el término fue empleado por primera vez en 1981 por una trabajadora del ámbito social, Dorothy Miller. Con ello quería referirse a la situación de las personas, en su mayor parte la vivida por las mujeres, que se encontraban atrapadas como lo están el queso o el jamón por las respectivas rebanadas de pan. Me atrevo a decir que, una loncha suave y deseada –formada por los hijos y la otra loncha dura y heredada– la de los padres. Y en medio de las dos y aguantando la presión y hasta los mordiscos de sus queridos familiares, las mujeres.

Sin abandonar a los ‘millennials’

En pleno siglo XXI, la generación de los nacidos en la edad digital, circulando vertiginosamente por las autopistas de la hiperconectividad y consumiendo contenidos vía streaming a tal velocidad, están llegando, sin ser conscientes de ello, a su cuarenta cumpleaños. Sin perder su afiliación al equipo de los millennials, categoría que se les da por su fecha de nacimiento, la sociedad les ha metido de lleno en un nuevo grupo, el del Sándwich.

Para consuelo de las mujeres actuales, sus integrantes son multigénero y el campo de juego se libra en un doble frente, el profesional y el familiar. Como causas que llevan a que las personas de esta edad se sientan cada vez más obligados, se señalan la edad cada vez más tardía en la que las mujeres pasan a tener su primer hijo, lo que tiene como consecuencia tener hijos pequeños a los cuarenta. Y el aumento de la esperanza de vida con el envejecimiento de los padres y la necesidad que tienen de dedicarles nuestra atención.

Consideración laboral hacia la generación del Sándwich

Indican los expertos en Recursos Humanos que la principal consecuencia de pertenecer a la familia Sándwich es la situación de estrés en la que viven sus miembros, ocupados con los hijos y preocupados por los padres.

Por su parte, los responsables de la dirección de personas de las empresas, intentan encontrar medidas preventivas y correctivas que intenten conciliar la vida laboral y familiar. Un reciente estudio del IESE señala que cuando los/las jefes tienen personas mayores a su cargo es más fácil que promuevan acuerdos personalizados de horarios con sus colaboradores. Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando los mandos tienen los hijos pequeños. En contra de lo que cabría esperar, las personas en posiciones de supervisión o mandos intermedios que tienen hijos menores de catorce años tienen una escasa predisposición a facilitar la conciliación a sus empleados.

Quizás estos últimos supervisores tiendan a pensar que si ellos, que tienen hijos pequeños y también responsabilidades profesionales, están siendo capaces de afrontarlas, sus colaboradores deberían hacer lo mismo sin necesidad de “tanta” ayuda de los demás.

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