COLABORACIÓN
Antibiótico ¿Quo vadis?
Representantes del Grupo PROA (P-ILEHRDA) de Lleida
Si nadie lo remedia y de seguir la tendencia actual, en el 2050 las muertes por infecciones ocasionadas por bacterias resistentes a los antibióticos podrían elevarse a 10 millones anuales en todo el mundo. Comparativamente superaría a la mortalidad ocasionada por cáncer que en estos momentos es de unos 8 millones de muertes. Solo en Cataluña estaríamos hablando de unas 4.000 anuales. Estos datos emitidos por la OMS, a través del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, nos deben preocupar. Lo más alarmante es que los motivos de ello no se deben solo a circunstancias naturales, sino a particulares de todos nosotros por el sobreuso o utilización inadecuada. Así, la utilización de antibióticos ha aumentado cerca de un 40% en los últimos 10 años. España es el país avanzado que más antibióticos ha consumido en el 2018 y nuestro nivel de resistencias es de los más elevados de Europa, en consonancia con su grado de utilización.
Desde hace unos años y para poner orden a la situación, se han puesto en marcha iniciativas tanto por personas particulares como por entidades de reconocido prestigio internacional que se espera ayuden a solucionar en parte este problema. Más allá de apostar, entre otras, por desarrollar nuevas moléculas antibióticas que combatan dichas bacterias resistentes, el ejercicio mayor, que solo de nosotros depende, debe estar encaminado a preservar lo que tenemos y cómo lo usamos. Resulta preocupante cómo nuestra sociedad es poco docta en saber para qué situaciones resultan útiles los antibióticos. La encuesta del Eurobarómetro sobre conocimiento realizada en el 2018 a nuestra población pone de manifiesto la creencia errónea, en una de cada dos personas entrevistadas, que los antibióticos son eficaces contra la gripe, catarros o los procesos respiratorios virales. La automedicación en este aspecto, aparte de innecesaria, alimenta el índice de resistencias y lo que es peor puede resultar perjudicial para la persona que los toma ante los posibles efectos secundarios derivados de su consumo, presentes en cerca de un 30% de las ocasiones. Así mismo, a diferencia de otros medicamentos, cada vez que se trata con antibióticos no solo se hace a la persona sino de manera inconsciente al resto de la comunidad por extensión. Resulta además inaceptable la dispensación sin receta de este tipo de fármacos que se viene haciendo, según estudios recientes, en una de cada 5 farmacias y en Cataluña en particular para entidades tan habituales como una posible infección urinaria.
La contundencia de las acciones está focalizada en la reducción drástica de la utilización indiscriminada de antibióticos en la ganadería, usados como promotores de crecimiento y no como tratamiento de procesos infecciosos. Hasta hace poco España figuraba como el segundo país, después de Chipre, con mayor número de miligramos de antibióticos por kilo en seco de carne producida (4 veces más que la media europea). No obstante, iniciativas recientes han conseguido el descenso de determinados grupos de antibióticos de importancia estratégica por su elevado impacto ecológico en este aspecto. Por último, en el medio sanitario humano la prescripción antibiótica parece mejorable, en especial desde el ámbito de la Atención Primaria donde se consume el 80%, muchas veces sin criterios de necesidad o en grupos de personas más predispuestas a presentar toxicidad, como las personas de edad avanzada.
En todo este complejo sistema de causas pueden existir soluciones que pasan por el reconocimiento y concienciación del problema por parte de todos. Además es necesaria una inversión económica para la investigación e innovación. Napoleón Bonaparte dijo: “Para hacer la guerra hacen falta 3 cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay guerras más baratas pero se suelen perder.” Si esta situación no se enfoca bajo esta perspectiva, aun no siendo una guerra, tendremos las de perder.
Desde hace unos 6 años en Lleida estamos en una situación mejor, particularmente por la puesta en marcha de los Programas de Racionalización y Optimización Antibiótica (PROA). En nuestro caso este programa de reconocido prestigio y apuesta sanitaria de nuestra región, denominado P-ILEHRDA, nacido en el ámbito hospitalario, en concreto en el Hospital Universitari Arnau de Vilanova, abarca la mayoría de medios donde se utilizan los antibióticos como son los hospitales, centros sociosanitarios y la Atención Primaria. Su fundamento es la aplicación de una serie de medidas particulares de ayuda, formación profesional y educación sanitaria para mejorar el uso de los antibióticos, con el esfuerzo de multitud de profesionales dedicados y motivados en su realización. En este tiempo, sus resultados han redundado en una disminución considerable en el consumo de antibióticos, en especial en los hospitales públicos que es donde se inició primero, asociada a una prudente y reducida presencia de bacterias resistentes tanto en el medio hospitalario y en el último año en la comunidad, no acompañadas de un incremento en la mortalidad lo que nos posiciona en una situación excepcional. En toda esta función la población tiene el papel fundamental y particular de ayudar a cumplir con su objetivo principal que es preservar los antibióticos, evitando la automedicación y recurriendo a los profesionales sanitarios cuando sea preciso.
El problema generado por todos solo podrá ser solucionado entre todos si queremos que los antibióticos, que han salvado millones de vidas, sigan haciéndolo.