SEGRE
La fábrica de la felicidad

La fábrica de la felicidadSEGRE

Creado:

Actualizado:

Richard Davidson, experto en neurociencia afectiva, ha descubierto que los factores psicológicos responsables directos del mayor bienestar y, por tanto, de la felicidad de las personas son la resiliencia, disfrutar de las emociones positivas, la atención refinada, la generosidad, la empatía, el altruismo y el cuidado de los demás. Sus investigaciones concluyeron que cuanto más se practican estos factores, más felices somos.

Nos hemos parado a pensar para qué trabajamos, para qué montamos empresas, para qué vendemos productos o prestamos servicios. ¿Qué finalidad buscamos? Maslow nos dejó el legado de la Pirámide de jerarquía de las necesidades humanas. Desde las fisiológicas (básicas, primarias o de supervivencia) hasta la autorrealización, pasando por la seguridad, las sociales o la estima. La satisfacción de cada una de estas necesidades nos permite alcanzar la felicidad. Y cada persona tiene sus propias necesidades y por tanto su propia forma de felicidad. Y, ¿cómo se mide la felicidad? Existe un índice mundial de la felicidad que nos muestra los países más felices. España se sitúa en el puesto 30, y el ranking lo encabeza Finlandia. No andamos muy finos. Este informe sobre la felicidad es una encuesta realizada por Naciones Unidas que mide cómo evoluciona la felicidad de los ciudadanos. Para ello se utiliza la Encuesta Mundial de Gallup (conocida así por el nombre de su inventor, el matemático estadístico estadounidense George Gallup) en la que se pide a los encuestados que puntúen su vida del cero al diez, siendo 0 la peor vida posible y 10 la mejor vida posible. Además, se tienen en cuenta seis factores: niveles de PIB, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, libertad y corrupción, que se comparan con los de un país imaginario, llamado Dystopia. En este país vivirían las personas menos felices del mundo, de forma que los ciudadanos de cualquier otro país con el que se compare, serán más felices que los de éste.

Fue en Bután donde nació el llamado índice de Felicidad Interior Bruta (FIB). Los indicadores de la FIB comprenden tanto las dimensiones objetivas como las subjetivas de la vida y se dividen en nueve ámbitos: bienestar mental, uso del tiempo libre, vida en comunidad, diversidad y resistencia cultural, salud, educación, diversidad y resistencia ecológica, estándares de vida y buen gobierno.

En nuestras organizaciones también podemos implementar indicadores que midan la felicidad de nuestros trabajadores. La felicidad de los trabajadores tendrá su correspondencia en el funcionamiento de la entidad, elevando su particular índice de Felicidad Interior Bruta. Por eso la recomendación es clara. Debemos estar orientados a fabricar felicidad, potenciando que cada trabajador vaya escalando en su pirámide de necesidades y cuidando la observancia de los nueve ámbitos anteriormente señalados. Esta tarea queda en manos del líder. Nadie mejor que él para apostar estratégicamente por la felicidad y ser capaz de hacer feliz a las personas que forman parte de su equipo, desarrollando sus talentos y facultades.

Además, nuestra felicidad organizacional contribuirá a la felicidad de nuestros clientes. Y ello es debido a que la felicidad es contagiosa, al igual que sucede con la risa. Piensa en lo bien que nos encontramos después de una buena sesión de carcajadas. La felicidad elimina preocupaciones y nos permite centrarnos en el trabajo diario.

Y sin duda, la felicidad está vinculada a la actitud. Ya nos lo avanzaba hace años el escritor ruso Leon Tolstoi, al decir que “el secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere sino querer siempre lo que se hace.” Por algo hay que empezar.

tracking