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Un incierto acuerdo ue-Mercosur

Professor de ESADE Business&Law school

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La mejor noticia del G20 celebrado los días 28 y 29 de junio en Osaka (Japón) fue el anuncio de otra tregua para relanzar las negociaciones para frenar la guerra comercial EEUU-China. El G20 se constituyó en 2008 para impulsar el “multilateralismo”, pero se convirtió en un foro útil para canalizar los encuentros “bilaterales”. Es un marco ideal para Donald Trump, Xi Jinping, Vladímir Putin, el príncipe saudí Ben Salman, Jair Bolsonaro, Erdogan y otros líderes duros que priorizaraán sus intereses internos sobre los internacionales. EEUU, que denunció el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, sigue poniendo trabas a la cooperación impulsada por la UE. Todo ocurre mientras avanzan, también dentro de la UE, unas corrientes de democracia “iliberal” que esgrimen “el imperio de la Ley” para restringir el ejercicio de los derechos y libertades de los pueblos y ciudadanos. Se excusan en querer defender unos objetivos generales que suelen esconder intereses particulares. Pero la sorpresa llegó el 28 de junio cuando la UE y Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) anunciaron que los negociadores habían cerrado un Acuerdo de libre comercio para crear una vasta área comercial de 780 millones de potenciales consumidores que representa un cuarto del PIB mundial. Un acuerdo histórico por el volumen de mercado que engloba que precisó dos décadas de complejas discusiones. Otra apuesta de la UE en favor de la cooperación multilateral en un contexto de creciente proteccionismo mundial que se suma al vigente Acuerdo con Canadá, al firmado con Japón y al cerrado hace pocos días con Vietnam. El acelerón final de las negociaciones llegó tras el encuentro bilateral entre Mauricio Macri y Jair Bolsonaro celebrado el 6 de junio en Buenos Aires. Ambos presidentes, que dirigen dos economías latinoamericanas en recesión, decidieron sumar esfuerzos para abrir unos países tradicionalmente proteccionistas y reacios a los inversores extranjeros. Bolsonaro había proclamado en su campaña presidencial que Mercosur no era una cuestión prioritaria. Ahora, incluso se comprometió a respetar el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. El Acuerdo UE-Mercosur reducirá, según la Comisión Europea, las barreras arancelarias y no arancelarias para las 60.500 empresas europeas que operan en Mercosur. Los grandes beneficiados serán los sectores industriales europeos, como los del automóvil, bienes de equipo, farmacéutico y otros que actualmente afrontan unos elevados aranceles. También se abrirá un acceso a los mercados públicos que permitirá a las empresas europeas competir en plano de igualdad con las de los países del Mercosur. Pero, otra vez, el gran perjudicado podría ser el sector primario europeo. El acuerdo, aunque no se conoce los detalles, suscitó una rápida reacción de los sectores agrícola y ganadero europeos. El lobby agrícola Copa-Cogeca que agrupa a los principales sindicatos europeos, denunció que se abrirá “la caja de pandora” con el acceso al mercado europeo de productos agrícolas que difícilmente pueden cumplir con los estándares medioambientales y sociales establecidos por las normas comunitarias. También provocó la oposición frontal del sector ganadero europeo. Inquietan especialmente las 99.000 toneladas anuales de carne bovina que los cuatro países latinoamericanos podrán exportar anualmente a la UE. Bruselas dice que, si es preciso, aplicará cuotas y las ayudas necesarias para evitar que los productos latinoamericanos inunden el mercado europeo. Pero los sindicatos europeos alertan sobre el futuro de muchas explotaciones agrícolas y ganaderas familiares. El futuro del Acuerdo es incierto. La Comisión Europea ha rubricado un texto. Pero este deberá contar con la luz verde de los Gobiernos de los Estados miembros para que se pueda formalizar la firma del Acuerdo. Y, después, vendrá el largo proceso de ratificación por parte de los parlamentos de los 28 o 27 miembros, con o sin Gran Bretaña. Y también por el Parlamento Europeo. Otra batalla empieza ahora. Pero también cabe esperar reacciones al otro lado del Atlántico. En principio, el acuerdo eliminará tarifas para hasta el 93% de las exportaciones dirigidas a la UE y un trato preferencial para el 7% restante. Pero allí son los industriales de Brasil y Argentina los que más temen que una rebaja arancelaria les enfrente con la dura competencia de la buena imagen y calidad de los productos europeos. Tampoco será fácil lograr la ratificación por parte de los parlamentos sudamericanos. Y un Mauricio Macri políticamente debilitado por una profunda crisis económica y a las puertas de unas elecciones presidenciales el próximo 27 de octubre, afrontará la dura oposición del peronismo tradicionalmente proteccionista. Y vuelve a reemerger el fantasma de la ex presidenta Cristina Kirchner que ansía volver al poder.

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