La investidura de Sánchez

En el

terreno nacional hace tiempo que están los pactos cerrados. Como en las películas de suspense están alargando el momento del desenlace. Sánchez sabe que Podemos acabará apoyando su investidura porque en una segunda vuelta la formación morada bajaría todavía mucho más de lo que ya ha hecho. Vox está muy nerviosa por el mismo motivo. Tuvo un resultado hinchado gracias al eco mediático que estimuló su campaña hablando de ellos. El PP está descolocado. Nunca habían perdido tantos diputados y en otras elecciones todavía perderían más. Y el PSOE ha dejado bien claro cuál es su único principio: el todo vale. Desde el sonoro “con Rivera no” de la noche electoral, lo único que hemos visto es que siguen instalados en el sanchismo. Comenzó en Navarra con Bildu, y han perseverado hasta conseguir pactar el gobierno de la Diputación de Barcelona con los separatistas. Y así lo ha hecho en muchos ayuntamientos catalanes donde, pudiendo elegir un gobierno constitucionalista, han preferido uno nacionalista. Los mismos que hace unas semanas impidieron a Iceta ser designado senador, ahora los elige como socios de gobierno. Es fácil intuir que después de tanto mercadeo, tampoco serán los nacionalistas ni catalanes ni vascos los que impedirán la investidura de Sánchez. Ellos siempre prefieren las sillas. Esta semana habrá teatrillo en el Congreso, pero tras los pausados baños de agosto volverán con los acuerdos. Y la misma fórmula de pactos la repetirán si tienen la ocasión. Aunque se hayan estado despreciando durante los últimos meses, están soñando con repetir un tripartito entre el PSC, ERC y Podemos. Y si les hace falta sumarán a Convergencia a la fiesta como acaban de hacer en la Diputación de Barcelona. Y así todos decepcionados y engañados. Los que creían a unos y a otros. Los mismos que insisten en que lo volverán a hacer, que no tienen ningún reparo en volver a llevar a Cataluña hacia el abismo, en volver a provocar una fuga de empresas sin precedentes, en volver a romper nuestra sociedad como han hecho. El procesismo es el arte de mentir y de estar dispuesto a todo. Lleva años funcionando con los partidos nacionalistas y Sánchez ya es un experto en sumarse al plato de lentejas asegurado.